Nadie puede arrancarse los malos recuerdos personales. En la cosa del fútbol, tampoco. Perdonar es otra cosa, pero en el caso del Mallorca y del aficionado del Mallorca, no conviene ni perdonar ni olvidar como ha dicho Webó con un punto de compromiso con estos colores. El Villarreal hizo mucho daño en los despachos y tiene que pagarlo en los despachos cuando llegue la oportunidad. Y en el campo, que ahora llega el momento idóneo para demostrarles que somos tan buenos como ellos. Llegan tocados y cansados. Lo que sí se puede intentar olvidar en el concepto de venganza porque no es bueno saltar al terreno de juego con fuego en la sangre, tratándose de profesionales que nada tienen que ver con la miserable decisión de unos dirigentes carroñeros que ahora han sufrido la vergüenza de perder la eliminatoria contra el Oporto por 7-3. Bonito número el 7. Pues quizá convenga recibir al Villarreal, mejor que con insultos o pitos, con el grito de Oporto, Oporto. Eso cabrea mucho. Y dejar la venganza para cuando un punto del Mallorca signifique el descenso del Villarreal o su no pase a una competición europea. Habrá tiempo y lugar, porque lo caminos del dios del fútbol también son inescrutables. Lo dicho: Oporto, Oporto, siete, siete.
