GEMA MUÑOZ. Dicen los expertos que el lujo es un deseo insaciable, una renovación de objetos de culto y una búsqueda de satisfacción y diferenciación, es un ansia de objetos tan efímeros como el tránsito del deseo por ellos.
Como reza el titular, en mi opinión las islas baleares son un verdadero lujo y Mallorca diría que se lleva la palma, vivimos en un entorno privilegiado por su naturaleza, por el clima y por las muchas ofertas gastronómicas o de ocio que se ofrecen al visitante.
Pensando en todo este potencial un grupo de empresas mallorquinas celebraron en días pasados la primera edición de la Mallorca Deluxe. Una feria que reunió a marcas emblemáticas de joyería como Nicolás Joyero o Joyeria Weyler, automóviles como Bentley, productos gourmet de la mano de Mallorca Delicatessen o Nespresso, inmobiliarias, embarcaciones, hoteles como el recién estrenado Castell de Son Claret, en el apartado de estética y belleza estuvo el Dr. Morano o bebidas como Suau, que cedió sus espacios para la celebración. En fin, lo más granado del lujo mallorquín.
En el entorno de la feria hubo tiempo para las conversaciones entre los expertos de las islas en el ámbito del lujo; en los “Diálogos del lujo”, se habló de la situación del sector en Mallorca y las posibilidades de negocio que existen alrededor de él.
No voy a agobiaros con una batería de datos, pero sí que resulta interesante mencionar que de acuerdo con la Fondazione de Altagamma según datos del año 2011, el mercado total de lujo se estima en 680 mil millones de euros, de los cuales 191 mil millones de euros (28%) corresponden a lo que se denomina mercado de lujo personal, esto es, el que qué se encuentra en las categorías de cosmética, moda, accesorios, relojería y joyería, hoteles, restaurantes y yates de lujo.
Siempre he afirmado que tenemos enormes ventajas y posibilidades para convertirnos en el nuevo Mónaco, solo hace falta esfuerzo y ganas de todos los sectores implicados en cambiar el modelo de negocio. Hay que dejar el turismo barato para convertirnos en ese obscuro objeto de deseo turístico, con una oferta de valor coherente y diferenciada; la competencia es muy dura en el mercado del turismo, hay una enorme oferta de países dispuestos a trabajar para llevarse ese trozo de la tarta que es el sector del lujo, lo único que no tienen ellos, es el entorno, éste es inamovible y ese es el “as” que las islas baleares tienen bajo la manga, no existe un emplazamiento igual en el mundo y quien nos visita se queda prendado con el encanto del lugar.
El primer simbolismo del objeto del lujo es la sensación que estos producen, a la que accedemos por el uso de los sentidos, el segundo, el conocimiento que procede de la cultura y es fuente de placer personal y por último la apreciación de la belleza. Mallorca, cumple con creces estas premisas.
Si en España el turismo del lujo representa el 15% y la venta de productos de lujo a turistas en el mercado español es de un 28%, en baleares tenemos armas más que de sobra para convertirnos en ese producto transmisor de valor simbólico, que proporcione al cliente de lujo la satisfacción de estar en un lugar simple y sencillamente irrepetible.