MARIA JUAN. Siento pudor al tocar un tema como el que me ocupa esta semana, no sólo en este rincón, sino en la calle, en las noticías, en los anuncios y en las estadíscas: lea, leamos, consuma literatura, leemos poco, leemos más, compramos libros, utilizamos bibliotecas, etc etc. Así que voy a sumarme a esta fiesta: la del libro.
Siento pudor, digo, porqué leer es un asunto privado, íntimo. El que lee no lo dice, se le nota.
Consumo literatura. Por placer. Leo por diversión, y para información. Contra el aburrimiento es infalible, y un libro ahuyenta los malos pensamientos. Se lo juro. Pero a mí lo que me gusta es ser la protagonista. Y lo soy, leyendo. Sin complejos.
Tengo siempre la sensación, y la certeza, qué leo poco. Debería hacerlo más. Me siento feliz leyendo.
Si cae en mis manos un buen libro y tengo horas y horas por delante, para hacerme con él, sin interrupciones, es una de mis mayores alegrías. Qué se pare el mundo, yo leo.
Se lo aconsejo, lea. Pero si no lo hace, tampoco pasa nada. Hay a quien le gusta correr, qué debe ser estupendo, pero a mí me agota solo de pensarlo. No corro y no pasa nada.
Aunque me da envidia - de la sana, claro -, y aún mejor, envidia que puede aliviarse porque podría empezar a correr.
No voy a descubrirles nada, y me sumo a los tópicos: para ser culto es imprescindible leer. Leer mucho, sabiendo lo que lees y reflexionándolo después. No dejar de hacerlo nunca. Con este bagaje puedes llegar a sabio.
Eso sí, no todos podemos correr maratones, algunos con dar la vuelta a la manzana ya somos campeones, lo importante es no abandonar. Perseverar. Lea. Corra. Lea y corra.
Me atrevo a decirles todo esto porqué admiro al sabio, y porque tengo zapatillas de deporte para estrenar. Todo es empezar .Y quién sabe!