Que sí, que viva al libertad de expresión y publicación, pero hombre, aquellas portadas de El Jueves en las que aparecieron Felipe y Leticia, el Rey y otros mandatarios en actitudes denigrantes parece que traspasaban los límites de la consideración pública que deben tener, y tienen constitucionalmente, algunas figuras institucionales. Es cierto que la clave de esta publicación es la sátira, de la que no se escapa nadie, pero si se puede aceptar en algunos casos de cargos públicos, sujetos a crítica y que no tienen más remedio que pagar un peaje. Eso sí, con el límite del buen gusto. Pero cuando aparecen personas que se dedican a una actividad no política aunque sea pública, el asunto se complica Esa caricatura de Belén Esteban con los carrillos (más conocidos como nalgas) traseros en ristre, esnifando cocaína, con un torero atacando la faena por detrás (ñaca pone en la viñeta) y en presencia de los padres, pues rechina un poco. Curiosamente, el dibujante tapa las campanas de la “princesa del pueblo”, que ya hay bastante con esa peana, con esos glúteos (conocidos vulgarmente como carrillos) y comete un error de pésimo gusto en sacar vivo al padre de Belén. En fin, que ya tenemos otra polémica, quizá un procedimiento judicial, otro debate sobre la libertad de expresión y derecho a la imagen. Y ahora con personajes no en la nómina del Estado aunque tengan amplia proyección pública por sus actividades. Puede ser interesante lo que diga un juez si es que llega la demanda. Y a ver lo que dice Belén, que esa no se calla.
