Vaya rentrée la de José María García. Lleva este viejo periodista deportivo dándole vueltas a las propuestas de regreso al periodismo activo, pero siempre ha dicho que si vuelve quiere cumplir una aspiración nunca conseguida: hacer periodismo político. García innovó la comunicación deportiva en el aspecto formal y arrasó en la audiencia por su estilo. Pero fue en una época muy concreta en la que algún que otro dirigente y algún que otro presidente de club de fútbol arrastraban cola de paja y no tenían más remedio que soportar las andanadas de un García crecido, populista, que parecía tener patente de corso en las madrugadas de la transición. Han pasado treinta años desde que transmitió en directo aquella noche del 23.F, hecho que le hizo pensar que lo suyo era la sección de política. Han pasado demasiados años, demasiados cambios en la sociedad y en el deporte. Los políticos aguantan lo indecible, pero un presidente como el del Real Madrid, uno de los grandes empresarios españoles, no tiene por qué aguantar insultos, descalificaciones morales y acusaciones de corrupción si quien las realiza no aporta pruebas. Y si las tiene, al juzgado de guardia. Parece que García aprovecha el medio para cobrarse cuentas viejas, reverdecer antiguas rencillas, y lo hace en tono que ya no se lleva. Es un estilo de otro tiempo. Parece que ha regresado al pasado.
