Opinión | Política

El que no llora, no mama

Durante las últimas dos semanas he ido contabilizando la cantidad de propaganda electoral que he recibido solamente en mi casa, llena de frases rimbombantes y vaguedades, y eso sin contar con todos los carteles y folletos que había por la calle. Una pasada, hay para llenar una bolsa de basura. Cuando ya no podía más de oír tanta verborrea inútil, tanta promesa imposible de cumplir, y empezaba a soñar por las noches con los sondeos y las encuestas, mira por donde, un grupo de espontáneos decidió acampar en la puerta del Sol. Hartos ya del timo organizado y de que les tomen por el pito del sereno, han hecho de su capa un sayo. Y aunque la izquierda, incluido el mismísimo Zapatero, -con esa especie de olfato especial que tiene para todo lo que huela a populismo- ha estado intentando sacar tajada de la situación como si la protesta no fuera con ellos, mientras que la derecha quiere disuadirles con su paternalismo habitual, tengo la intuición y la esperanza de que no lo van a conseguir. Por fin el descontento ha conseguido aglutinar a gente que no comulga con ningún tipo de consigna, a la que no convence ni el marketing ni el bombardeo de ninguna campaña, ni las promesas de los que han podido hacer mucho y no han hecho nada. Y así se han quedado, con dos palmos de narices, porque sin invertir ni un euro, unos insignificantes, a los que han dejado sin futuro, les han hecho perder todo el protagonismo y les han chafado la costosísima campaña. Ni el propio Rubalcaba, se ha arriesgado a tomar una decisión impopular. Es la demostración de que ese despilfarro en comilonas multitudinarias, en encuestas y en papel no sirve para nada y se podría suprimir perfectamente, es más, se podría prohibir, -así estarían todos en igualdad de condiciones y nos ahorrarían un dineral- en lugar de prohibirle al pueblo llano expresar su opinión de una manera absolutamente pacífica, por cierto. Además de que el resultado muchas veces depende de algo que ocurre en el último minuto y nadie ha podido prever. Por fin, la generación “nini” se ha enfadado de verdad por no tener ni casa, ni curro, y está demostrando un sentido común, un civismo y una templanza que ya les gustaría a muchos de los que nos dan lecciones. Ánimo a todos, no os dejéis abducir, si lo que estáis haciendo lo hubiéramos hecho nosotros hace mucho tiempo, no estarían las cosas como están. Por cierto, ¿Alguien me puede decir ahora si ésta movida la había previsto alguna encuesta? (*) Médico de Urgencias.

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