Sanidad | Opinión

El lamentable espectáculo del Ib-Salut

La historia de ceses y readmisiones del jefe del Servicio de Traumatología del Hospital de Inca y presidente del Colegio Oficial de Médicos de Baleares, Antoni Bennàsar, exige una explicación clara y rotunda del Ib-Salut, porque no se puede seguir, ni un minuto más, con el lamentable espectáculo protagonizado desde el pasado viernes. Lo sucedido ha sido completamente surrealista. Ahora te ceso porque he perdido la confianza en ti, ahora no te ceso porque… ¿Quién lo sabe? ¿Ha intervenido alguien por encima del director general del Ib-Salut, Juan José Bestard, para frenar el cese? Se ignora, aunque, no por ello, cada vez son más los que piensan que la mano de Bauzà está en este cambio de opinión, pero sea lo que sea, alguien tiene que asumir responsabilidades por lo ocurrido. Y es que, si no hubiera sido suficiente haber dado una imagen absolutamente penosa, resulta que mientras Bennàsar muestra en público la auditoría y sus resultados, en el Ib-Salut siguen manteniendo que no está concluida y que, por lo tanto, cualquier documento que se muestre es parcial e inconcluso. La historia, naturalmente, cuenta también con todos los aditivos para convertirse en el mejor culebrón del otoño, como es el hecho de que el doctor Bennàsar utilice la sede colegial para un asunto que le afecta única y exclusivamente en su trabajo como traumatólogo, y se haga acompañar de dos miembros de su junta directiva, imagino que para dar a entender que la institución le apoya, olvidando que, por mucho que lo crean, no representan a todos los médicos, sin olvidar su insinuación con ese “aaaamigo”, de que detrás de la auditoría está el actual subdirector asistencial de Atención Primaria, Fernando García Romanos. Y es que, desde que se supo que se había iniciado la investigación en el servicio, todos los esfuerzos se han dirigido a culpar al doctor García Romanos, a quien han convertido en el malo de la película, señalándole con el dedo sin ningún rubor y sin tener en cuenta esa presunción de inocencia que tanto reclaman para si mismos. Pero, por si todo lo ocurrido no fuera suficiente, sólo nos faltaba el último acto, con la entrada en escena de los mariachis del presidente del COMIB, los que pretenden ir dando lecciones de ética periodística a los profesionales, sin siquiera saber lo que es eso.

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