Suena raro que a estas alturas de su vida profesional Laudrup diga en voz alta que el fútbol es injusto. La frase siempre se suelta como justificación cuando se pierde. Esta vez se conformaba el entrenador con el empate ante el Valencia y es verdad que el Mallorca lo mereció, como mínimo, porque jugó muy bien, le plantó cara al que está tercero en la Liga y en octavos de la Champions, y no marcó más goles porque la situación de ataque es complicada y deficitaria si no funcionan jugadores clave como Pereira y Castro y Webó está solo como la una. Pero el fútbol no es injusto. Mejor reconocer que el equipo va justo para la permanencia y justito para algo más. Ya se sabe que a lo largo de la temporada se ganan y se pierden puntos merecida o inmerecidamente, pero al final los equipos tienen la clasificación que se merecen en función del nivel que tengan de trabajo, profesionalidad, calidad y acierto. Ni injusticia, ni suerte. La otra noche el Mallorca tuvo seis o siete ocasiones de gol. El Valencia tuvo menos y consiguió marcar de dos tiros lejanos. El Mallorca jugó tanto o más que el Valencia, pero no con la calidad del Valencia, equipo que gana con la mitad de esfuerzo que necesita el Mallorca. Pero por encima de perder tres puntos contra uno de los mejores, está la imagen, el espectáculo, el convencimiento de que en los dos últimos partidos el equipo de Laudrup ha vuelto a ser competitivo, que va a perder muy pocos puntos en casa si sigue así. Y Laudrup, que no hable de injusticia, concepto inadecuado. Ahí en el diccionario hay una palabra, ‘justedad’, que podrían se empleada para el caso, pero mejor que no se meta en jardines, mejor que se atreva a cambiar a quienes no están en forma, que intente recuperarlos, que utilice más a Tejera y Aki aunque no estén maduros. Nsue también estaba verde y ahí lo mantiene, no se sabe si justamente o porque no tiene a nadie más.
