La Liga está a un mes vista y el Mallorca está con varios frentes abiertos. Y Serra calla. Webó es un problema, Aouate puede generar otro conflicto por sustitución, Laudrup mantiene que hay que cubrir algún que otro puesto, hay una oferta para hablar sobre una posible entrada de inversionistas, sigue el concurso de acreedores, se pide ayuda al inefable Alemany como hombre bueno de intermediación y la sensación general es que no hay un duro, pero se consolida la presidencia y se ficha a un más que caro director general. Primero, los despachos. Serra, propietario con sueldo, dueño y señor, calla. El Mallorca es el club del silencio y el misterio. Uno tiene la sensación de que se ha perdido un año en intentar trazar un proyecto viable, que no se ha conseguido, que hay que empezar de nuevo y con el comienzo de Liga a tiro de piedra. Emulando al ya clásico, uno quiere al Mallorca porque no le gusta lo que vio la temporada pasada y lo que ve que puede pasar en la que viene. No hay mimbres consistentes en el capital, lo que se traduce en que Laudrup, por mucha profesionalidad y buena voluntad que tenga, no podrá confeccionar una buena cesta, sólida, unida, competitiva y razonablemente bien paga y a su debido tiempo. Es, ya digo, una sensación. Pero el silencio de Serra Ferrer no ayuda precisamente a cambiar la incertidumbre por un moderado optimismo.
