Francesc Antich y José Luis Rodríguez Zapatero nunca han congeniado especialmente, por mucho que en público, por razones obvias, presumieran de lo contrario. En los últimos casi cuatro años, Baleares se ha visto marginada por el Gobierno central en comparación a otras comunidades. El agravio más clarividente ocurrió el pasado octubre, cuando Zapatero aceptó para Canarias una serie de privilegios que Antich venía pidiendo para Baleares, como inversiones en infraestructuras turísticas o más ayudas para que Son Sant Joan aumentase su tráfico. El logro del que Antich se congratula ante la prensa es el que “nunca en una legislatura un Gobierno de España había invertido tanto dinero” en el Archipiélago, pese a que la realidad evidencia que en la reforma del sistema de financiación de las Autonomías, fruto de este aumento celebrado por el president, Baleares no fue precisamente de las que salió mejor parada. Desde marzo de 2008, Francesc Antich sólo ha sido recibido una vez en la sede de presidencia del Gobierno por su principal inquilino, y fue hace ya más de dos años, el 8 de enero del 2009, después de que el Archipiélago quedase como la Autonomía más perjudicada en el sistema de financiación que se estipuló entonces. Un empresario, Sebastián Escarrer, es el balear que más veces ha pisado la Moncloa, tres en concreto, en la segunda legislatura de Zapatero En el plano personal, Antich no acudió al baño de masas de Zapatero el pasado julio por su décimo aniversario como líder del socialismo español, al que sí asistieron políticos de todos los puntos del país. En el consejo de ministros inmediatamente posterior al encuentro, se rebajó la categoría del departamento de Turismo, de secretaría de Estado a secretaría general, con Joan Mesquida como afectado. Sin embargo, pese a tantos desplantes, Antich no ha adoptado una postura más contundente contra Zapatero, al contrario que otros barones como Tomás Gómez o Fernández Vara. El president siempre se ha movido en la ortodoxia de partido, y ahora se muestra como un incondicional de Rubalcaba, independientemente de que el poderoso vicepresidente tenga otra debilidad para Baleares. Así las cosas, Zapatero no tiene previsto ningún acto en Baleares durante la campaña electoral para las próximas elecciones del 22 de mayo, pero quien sí tiene un hueco este domingo, el día estrella de los mitines, es Rubalcaba. Ahí sí que sonreirá Antich, cogido del brazo del futuro de su partido, ignorando cuanto puede tardar el astuto vicepresidente en descabalgarle a favor de su amigo Joan Mesquida. Zapatero, paradigma del desempleo y el empobrecimiento general, se convierte para el PSIB en un símil de lo que representó Aznar para el PP, que le alababa en público aunque en privado temiera de su presencia ante los medios. Y en esta ocasión se trata de un asunto que no se puede sortear: tanto venga el presidente del Gobierno como no lo haga, ya no podrá desaparecer el tema de si viene no, y de si conviene o no. En cualquier caso, no será Zapatero un factor que sume a las aspiraciones del socialismo balear, como ocurre desde que se alzó con el mando de Ferraz.
