Es un tipo sincero este entrenador. “Nos merecemos sufrir”. Eso no lo dice ningún entrenador con esas palabras, porque hay en el mundo del fútbol como un convenio tácito para estimular a los equipos con lo bueno que pueden hacer y no espolearlos con lo malo que han hecho. Este Mallorca que llega a la última jornada con la permanencia en el aire ha tenido una trayectoria descendente en las jornadas clave, esas diez últimas en las que se decide todo en una liga muy competida por la parte de abajo. En esos diez últimos partidos, el Mallorca ha conseguido 10 de los 30 puntos posibles. Si echamos la vista atrás, en las diez primeras jornadas consiguió 14 puntos de 30 posibles y con ellos llegó ese punto de euforia inconsciente de equipo mediocre que se cree superior. “Nos merecemos sufrir”, ha dicho Laudrup. Habrá que suponer que algo han hecho mal para llegar a esta situación de angustia. Esta Liga es tan larga que al final todo se compensa: triunfos inmerecidos, derrotas injustas y empates sorprendentes. La lógica indica que es ahora cuando este equipo tiene que creerse que no puede hacer el ridículo, como lo ha hecho en Almería, que ganarle al Atlético no es una proeza. Y que Laudrup les diga que quien no se merece sufrir es el aficionado, que no es el culpable del estado de agonía. Y que le echen lo que le tienen que echar.
