Ni nervios, ni sorpresas, ni dudas. A quienes conocemos a los profesionales de Son Dureta no nos sorprende que el primer día de traslado hacia Son Espases haya transcurrido con absoluta normalidad. Sin incidentes. Perfecto. ¿Qué otra cosa cabría esperar de profesionales forjados durante años en mil batallas cotidianas en el viejo hospital de referencia, acostumbrados a actuar, en situaciones de estrés, con la templanza que dan la experiencia y las largas noches de turnos interminables, no siempre con los mejores medios, ni en las mejores circunstancias?. Quienes ayer y en los últimos días nos venimos moviendo por Son Espases hemos de dar fe y transmitir a la sociedad balear lo que hemos dicho muchas veces, que el mayor activo y la mejor garantía para los usuarios de la sanidad son sus profesionales. Por eso no nos sorprende ver cómo durante los días previos al traslado y ayer mismo muchas enfermeras llevaban en sus coches particulares el material del hospital que han de utilizar habitualmente, para que todo estuviera listo el primer día de trabajo en el nuevo centro sanitario. Ni nos sorprende que ayer bastantes profesionales decidieran ir a trabajar voluntariamente sin que les correspondiera por turno. Ni nos sorprende saber que muchos de ellos, en los últimos días, han pasado en el hospital bastantes más horas que en sus casas, robando horas a sus familias, sin más reconocimiento, ni recompensa que la sensación del deber cumplido. Son los mismos funcionarios de la sanidad a los que se les ha recortado su salario y a los que se les hará pagar un parking por ir a trabajar. Ayer impresionaba observar cómo se aparcaban las críticas por un traslado innecesariamente urgente o por el mobiliario y el material que falta. Ayer impresionaba ver cómo los profesionales intentaban deshacer, con dificultad, un nudo en la garganta al abandonar definitivamente Son Dureta, entre cuyas paredes quedan, junto al mobiliario vetusto, muchas experiencias, anécdotas entrañables y todo lo que cabe en más de medio siglo de historia. Pero ayer los profesionales no quisieron recrearse mirando hacia atrás, porque se imponía una obligación mucho más ilusionante: dotar de vida al nuevo hospital de los pasillos interminables. Ayer impresionaba ver cómo los profesionales sacaron lo mejor de ellos mismos para que los pacientes recién llegados a Son Espases no sufran las consecuencias de un traslado vertiginoso. Todos nos transmitían que no les preocupaba el traslado. Lo más difícil serán los días posteriores. Pero para entonces ya no habrá cámaras captando cada instante. Sólo estarán los profesionales ante sus pacientes y ante las dificultades. Ayer fue un buen día para sentirse orgulloso de ser enfermero de Son Dureta, de Son Espases , de la sanidad pública. Quienes por nuestra posición sindical tenemos la obligación y el deber ético de defender los intereses y el quehacer de los profesionales a quienes representamos, no evitaremos ninguna crítica hacia los responsables políticos que han emprendido el traslado de esta forma, ni ocultaremos los problemas con los que se abre el nuevo centro sanitario, ni otras cuestiones del nuevo hospital que tan seriamente preocupan a los profesionales. Nadie nos callará. Pero hoy, sólo hoy, toca aparcar nuestro conocido talante crítico y proclamar un mensaje de tranquilidad y de confianza dirigido a los usuarios de nuestra sanidad, desde la convicción de que los profesionales que les atienden antes, durante y después del traslado resolverán con solvencia, como siempre lo han hecho, cualquier problema que pueda surgir. (*)Enfermero de Son Dureta y secretario de Comunicación del SATSE
