Cuando todavía no puede incluirse el nombre del técnico danés del Real Mallorca en los obituarios semanales, ya aparece el desfile de candidatos para ocupar el banquillo. La afición no ha terminado de digerir la cascada de posibles fichajes de jugadores durante el mes de agosto y ya tenemos lista de futuribles, nacionales y foráneos; unos que se ofrecen y otros a los que se sondea. Lo cierto es que la decisión de cese conlleva infinidad de problemas. Al coste aproximado del despido de Laudrup y Larssen (aproximadamente un millón de euros brutos como coste de la dupla), hay que añadir los salarios del nuevo técnico que a tenor de los nombres que van apareciendo (Caparrós, Aragonés, Lotina, etc) sin duda van a superar con creces el actual caché de la pareja saliente. Quizás lo que pasa más desapercibido, pero de idéntica trascendencia, es conocer las exigencias del nuevo míster en cuanto al resto del cuerpo técnico. Habrá que saber si exigen un segundo entrenador, preparador físico o entrenador de porteros de su exclusiva confianza, y por ello recolocar en nuevas funciones a Miguel A. Nadal, Pep Alomar o Micky. No es difícil deducir que estaríamos ante una decisión cuya transcendencia económica sería la más importante en los quince años en Primera División, y paradójicamente se acometería inmersos en un proceso concursal. Parece pues que en caso de relevo habrá que contar con Nanu Soler cuya revisión al alza de su contrato nunca supondría un impacto en la tesorería tan grande como en caso de la contratación de un externo, y podría mantenerse el resto del cuerpo técnico. Ya sólo faltaría que tengamos que pensar que Manzano era una ganga.
