Pocos pensábamos que la clasificación de Primera por la zona de peligro estuviera tan apretada a tres partidos para el final. Incluso Laudrup suponía que la salvación estaba asegurada con 42 o 43 puntos. Pues no. Esto está, como dice el tópico gráfico, al rojo vivo. Nos vamos a enterar todos de lo que vale un punto. Tenemos dos salidas ante el Hércules, que tiene que ganarlo todo, y ante el Almería, que ya lo tiene todo perdido y que probablemente se dejará querer, escuchará ofertas y promesas de otros equipos implicados en la posibilidad de descenso. Si en la próxima jornada no se resuelve la incógnita, que solamente se despejará para el Mallorca con un punto en Alicante, quizá habrá que esperar a ver lo que pasa en el Juegos del Mediterráneo. Curiosamente, el año pasado, El Almería, con su actitud complaciente ante el Sevilla impidió que el Mallorca estuviera en posición para jugar la Champions. Y este año puede impedir que el Mallorca recupere la tranquilidad perdida por un punto que se le resiste, aunque el del domingo ante el Villarreal haya sabido a gloria teniendo en cuenta la distancia que separa a ambos equipos. Pero el espectáculo sonó a componenda, dio la sensación de que el Villarreal no quería hacer más sangre, intentaba calmar ánimo, pasar página de agravios y conformarse con un empate que le sigue manteniendo en posición holgada de Champions. Y el Mallorca jugó con miedo, quizá con prudencia, consciente de que la situación en la tabla no está para furias, venganzas y desmelenamientos. Fue un excelente resultado, pero no suficiente para olvidar.
