Desde la celebración de las elecciones del 20D estamos asistiendo a un carrusel mediático de noticias (¿), reuniones, ruedas de prensa, gestos por doquier, interpretaciones miles de los mismos, dimes-diretes, acercamientos-distanciamientos y demás, que han contribuido, decididamente, al hartazgo social de la política.
Se suceden los programas de televisión en el que analistas (¿), en su mayoría del espectro político/social más izquierdista, interpretan la actualidad; los periódicos inundan de imágenes y frases hechas el día a día, y, las redes sociales se llenan de frases imaginativas, mensajes precocinados y oportunistas en 140 caracteres. Y así llevamos ya más de 120 días, con una España en stand by, con unas CCAA aprovechándose del impasse de un gobierno en funciones para 1.- seguir incrementando su deuda pública, (afortunadamente hay 2 o 3 que no actúan así), 2.- para seguir incrementando los impuestos y 3.- ninguna, ni tan siquiera la AGE, han adoptado una sola medida de reforma estructural del sistema.
Con todo y con ello, y visto el nivel de hartazgo de la opinión pública española, según todas las encuestas la participación en unas nuevas elecciones se reduciría en 5 puntos porcentuales, se ha instaurado en el subconsciente colectivo un mensaje, por encima de otros que, muy hábilmente han colocado los estrategas mediáticos de la izquierda política: es un fracaso la celebración de nuevas elecciones.
De esta encrucijada se deriva una gran pregunta, ¿Por qué?. Pues ahí está la cuestión, la izquierda aspira a entrar en la Moncloa por asalto, aunque sea por la puerta de atrás, con la retórica hueca de “poner fin a un gobierno de la vergüenza”, para instaurar “un nuevo gobierno del cambio (¿) que va a devolver derechos a la ciudadanía”. La política española y la de Baleares se sustancian, por desgracia, en la consigna diaria en twitter, con frases ingeniosas, pero sin razonamiento solvente alguno. El corto plazo se impone a la visión estratégica.
Hasta aquí el diagnóstico y ahora la reflexión: ¿Por qué se tiene que considerar como un fracaso la celebración de nuevas elecciones?. Desde la óptica política partidista de la izquierda política, social y mediática es evidente que ese mensaje trabaja en el pragmatismo del carpe diem, que en castizo se dirime en “más vale pájaro en mano”, dado que los españoles, sobre todo aquellos que el 20 D no sabían bien que pretendían los nuevos partidos, le han visto las “orejas al lobo” después de 4 meses de escarceos, actitudes, aptitudes, postureo a mansalva y continentes que desenmarañan muy poco contenido. Se han “enchufado” a la estrategia (tacticismo) más que al objetivo.
No hay que dejarse atrapar por la redes del discurso de la pretendida superioridad moral de la izquierda que aboga por un mal gobierno antes que por unas nuevas elecciones. El CEE-IB, dada la actual situación, apuesta por la celebración de unas nuevas elecciones antes que por conformar un gobierno débil, de cuotas y con espíritu revanchista que no podrá asumir los retos y desafíos que España necesita y que debe afrontar con carácter inmediato.
El pacto de izquierdas a la desesperada, en el que se está trabajando el PSOE y PODEMOS, implica la puesta en marcha de un proceso de voladura incontrolada del sistema, tal y como lo conocemos, sustentado por un nuevo corpus normativo que, para mal, hará tambalear la economía española abocándonos a una realidad de empobrecimiento generalizado por cuanto se castigará a quienes se dice defender, dado que con más impuestos, con más trabas a los empresarios/emprendedores/inversores, con más obligaciones de unos para favorecer a otros, con un nivel de híper-asistencialismo público insostenible económicamente, poner las instituciones de todos al servicio de la causa de unos pocos, etc., en definitiva, la voladura incontrolada del actual sistema que, inevitablemente, acabará por la adopción de medidas de corto proteccionista e intervencionista en el mercado y que implicará “más estado” frente a “menos sector privado”. Es decir, la dirección opuesta hacia donde hay que ir. Los principales perdedores de esta situación serán los jóvenes, la clase media, aquellas personas que tienen una nómina, los funcionarios y el pequeño empresario, dado que al final serán los grandes castigados fiscales de la ristra de medidas que se pretenden adoptar.
En todo este sanedrín político, que está generando un bloqueo institucional y económico, “el dinero” espera el resultado del galimatías, el centro derecha tiene que abogar por la defensa de sus principios, de sus valores, de un programa político de modernización del sistema, por la liberalización de sectores productivos, por la reducción/supresión de impuestos aliviando la carga fiscal a que se está sometiendo a las personas y empresas, a la elaboración de un marco normativo atractivo para la inversión, en definitiva a aplicar un modelo liberal que resulta imprescindible para avanzar política, social y económicamente, por lo que, debe apostar por la celebración de unas nuevas elecciones en España.
Es el momento de la determinación política, de la visión a largo plazo, de no dejarse atrapar por cantos de sirena en aras de la defensa de un estado moderno, ágil, capaz de progresar mediante la adopción de medidas imprescindibles para el mantenimiento de la sociedad del bienestar que no, necesariamente, tiene que ser mediante el sucesivo incremento impositivo, sino mediante la supresión del gasto superfluo y de la aplicación de los ajustes evidentes y la redimensión que el sistema necesita. El dinero tiene que estar en el bolsillo de los ciudadanos, que son quienes se lo ganan y quienes mejor conocen sus necesidades y sus preferencias en el gasto, ahorro o inversión.