editorial | trilingüismo

Educación sin consenso

 

 

El Govern de José Ramón Bauzá ha aprobado el denominado “Decreto de Trilingüismo”, norma que regulará el tratamiento integrado de lenguas en los centros docentes de Baleares. Este decreto persigue un objetivo muy ambicioso y loable: que los alumnos de Baleares tengan la suficiente competencia lingüística en las dos lenguas oficiales de nuestra Comunidad, catalán y castellano, además de en una lengua extranjera, preferentemente el inglés.

Sin embargo, esta norma modifica sustancialmente el statu quo actual, dado que se parte de un modelo de inmersión lingüística derivado de la Ley de Normalización Lingüística de 1986 (aprobada entonces por unanimidad de todo el Parlament) y del conocido como “Decret de mínims” que estableció en 1997 que la lengua catalana debía ser la lengua vehicular en la enseñanza no universitaria y que las clases debían impartirse al menos al 50% en catalán y castellano, aunque dejaba el proyecto lingüístico de cada centro en manos de cada Consell Escolar (lo que se conoce como la autonomía de centro).

Este cambio ha suscitado importantes críticas en los partidos de la oposición, algunas en un tono catastrófico como las hechas el martes pasado en el Parlament por la diputada ibicenca Esperança Marí, del grupo socialista, que les hace perder toda credibilidad. Son muchas, aunque no todas, las asociaciones de padres que se oponen a este decreto, así como los principales sindicatos de docentes, encabezados por el mayoritario STEI. Alegan que esta normativa dificulta el aprendizaje de la lengua propia de Baleares, además de carecer del necesario soporte económico lo que la hace inviable, puesto que hacen falta muchos más docentes con el suficiente nivel de conocimientos de lengua extranjera para impartir clases en materias no lingüísticas.

El conseller d’Educació, Cultura i Universitats, Rafel Bosch, viene siendo el blanco habitual de las críticas tanto de los partidos de la oposición de izquierdas y nacionalistas, como de los sectores del nacionalismo españolista que le acusan de incumplir su programa electoral en materia lingüística. El propio decreto de trilingüismo recién aprobado es un claro ejemplo de ello. PSIB y Més per Mallorca lo consideran un retroceso para la lengua catalana y el Círculo Balear y UPyD (de mucha menor representatividad, reconozcámoslo) estiman que el artículo 20 del decreto abre la puerta a la insumisión y permitirá una “cuasi inmersión” en catalán.

Rafel Bosch, quien además es el portavoz del Govern, parece estar permanentemente en la cuerda floja, pero aguanta estoico quizás porque su relevo no resultaría fácil al presidente Bauzá. Bosch es posiblemente el miembro del Govern de un mayor nivel intelectual con mucha diferencia. Su currículum como docente admite pocas comparaciones y es alguien que goza del respeto de la comunidad educativa, a pesar de que a menudo debe comulgar con ruedas de molino muy alejadas de sus propias creencias y de parámetros científicos, como el reconocimiento de la “llengo baléà” que pretende la portavoz del PP en materia de educación, Ana Aguiló, quien increíblemente participó en la redacción de la “gramática” de este ignoto idioma.

En todo caso lo que parece claro es que el PP ha abjurado de su programa electoral, por cuanto su propuesta nº 1 en materia de educación planteaba “Una educación fruto del consenso: acuerdo educativo en les Illes Balears”. No consta el más mínimo esfuerzo en buscar este consenso. Y de ahí que la batalla política esté servida en una materia vital: la educación de nuestros hijos. Un asunto que debiera ser objeto de un pacto entre todas las formaciones políticas.

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