20 años lleva el mundo sin ver a la reina de la elegancia y la simplicidad. Se cumplía ayer el aniversario de la muerte de la actriz e icono Audrey Hepburn. Muchas generaciones la conocen como la heroína romántica de las películas, y muchas mujeres la conocen como ese gran icono de la moda que simboliza elegancia, belleza y delicadeza.
Un 20 de enero la actriz se marchó dejando atrás una vida repleta de éxitos. Su carrera cinematográfica ha sido una de las más aclamadas de la historia y de las más perdurables. Pero no fue todo glamour.
La vida privada de Audrey le dejó una clara seña de carencias afectivas, tanto en su niñez, como en su vida matrimonial. Hija de un padre nazi, se vio obligada a emigrar y tras varios cambios de residencia aprendió a madurar. Dos matrimonios fallidos con dos hijos de cada relación, marcaron a la actriz para ejercer de embajadora de Unicef y ayudar a niños en situaciones familiares difíciles.
La ganadora de un Oscar por Vacaciones en Roma ha dejado una huella imborrable en el cine. Todo el mundo conoce los grandes clásicos como Desayuno con diamantes, My Fair Lady o Sabrina con los que aprendimos a soñar, reír y llorar.
Su gran ambición fue ser actriz y madre, y en ambos casos lo consiguió. Nunca buscó la fama y no le gustaba ser la protagonista de nada, pero sin duda ha sido un ejemplo para todos, tanto por su carrera como por su solidaridad.
