La nueva ordenanza de ocupación de la vía pública de Palma lleva camino de convertirse en un nuevo enfrentamiento entre los gobernantes municipales y los empresarios de bares y restaurantes a causa de la limitación del espacio destinado a terrazas. La concejal Aurora Jhardi afirma que el borrador que ha presentado quiere dar respuesta a las quejas vecinales que se producen por la sobreocupación de algunas calles en el centro histórico y en el Ensanche de Palma, especialmente en los ejes cívicos de Blanquerna y calle Fábrica.
Los empresarios critican las prisas y las formas en que se está llevando a cabo la tramitación de la nueva ordenanza. Y consideran que la limitación propuesta por la consejal podemida significaría que, al reducir mesas y servicios, cada restaurante afectado en estas zonas debería prescindir de entre dos y tres trabajadores: cien puestos de trabajo menos a cuenta del capricho de Jhardi.
El episodio recuerda mucho el producido en el Passeig del Born al principio de legislatura, donde la ciudadanía se pronunció lanzando a Cort un veredicto muy claro a favor de que en el popular paseo palmesano se pudieran instalar terrazas. Palma es una ciudad mediterránea, con vocación de disfrutar calles y plazas como fórmula para socializar a la vez que se genera negocio, bienestar y progreso.
El alcalde, Antoni Noguera, debería entender que la propuesta de Aurora Jhardi, en la recta final del mandato municipal, no puede aportarle más que complicaciones. Noguera no ha de ser la víctima de los planes de su concejal. Mejor le iría en este cuarto final de la legislatura si plantea proyectos que sumen en vez de restar, que creen en lugar de destruir.