Oscar Mayol es el presidente del Ferrocarril de Sóller, empresa privada que mantiene con su esfuerzo este monumento que conserva la memoria del último siglo de Mallorca. Destaca que el mantenimiento del tren es absolutamente artesanal que s transmite de empleado a empleado. No quiere que se instale wi-fi en el tren porque "hay que disfrutar del paisaje y no quedarse todo el tiempo hipnotizado con la pantallita".
-¿Desde cuando está en funciomiento el tren de Sóller?
-La adjudicación se hizo el año 1905 y entró en funcionamiento en 1912.
-¿Cómo ve esta infraestructura desde una perspectiva de 102 años? ¿Qué representó el tren y qué representa ahora?
-Ha representado el motor económico de Sóller. Permitió en su momento llevar a Palma los productos textiles, cítricos y el aceite para abarcar todo el mercado de Mallorca o el transporte a Barcelona. Hoy en día también es motor económico por el uso que hacen los turistas.
-¿Aún sigue siendo el motor de Sóller?
-Sí. Sóller sin el tren sería otra clase de ciudad.
-¿Pero no es el tren uno de los grandes olvidados del tejido productivo turístico, tanto por parte de las instituciones como por parte de la sociedad mallorquina?
-Ni sí ni no. Hay gente que sí se da mucha cuenta, como pueden ser los comerciantes de Sóller. Perciben que el tren es muy importante para ellos. También gracias a la celebración del centenario del tren tanto los políticos como la sociedad mallorquina en general comprendieron que es un activo muy importante para la isla. Cuando los visitantes llegan hasta el Port de Sóller lo valoran, pero no sería lo mismo sin el servicio ferroviario que ofrece. Eso le da un carácter y una personalidad únicos.
-¿Cuesta mucho el mantenimiento del tren?
-No olvidemos que se trata de un servicio que tiene más de un siglo. Todo el mantenimiento es artesanal. Nuestros empleados noveles aprenden de los veteranos. Todo se hace aquí. Es un estilo de trabajo que se va transmitiendo de padres a hijos.
-Pero y si faltan piezas específicas o máquinas, ¿cómo lo hacen?
-Nosotros nos las arreglamos conforme a nuestra experiencia y conocimientos. Es cierto que en temas de seguridad o de frenado hemos introducido mejoras muy modernas precisamente para que el tren sea de cada día más seguro. También cuidamos muchísimo el material. Un vagón normal se desmonta pieza por pieza cada cinco años y se vuelve a montar para que esté en perfecto estado. Hasta el más mínimo detalle es reparado.
-Eso supone una inversión muy fuerte...
-El cincuenta por ciento de la inversión del tren se va en mantenimiento.
-¿Y puede seguir adelante una empresa que conserva un tren tan antiguo?
-Sí, es posible. Es un gran esfuerzo, pero no hay que olvidar que el tren de Sóller es un monumento que está considerado el número siete de España y el tranvía es prácticamente el número uno del mundo. Eso hace que mantengamos una oferta turísticamente muy atractiva.
-¿Piensa que los ciudadanos de Palma vienen a Sóller en la medida de lo que deberían?
-Hay mucho gente de Palma que utiliza nuestro servicio. Y en general a la gente de Mallorca le encanta el tren.
-¿Están satisfechos del trato que reciben de las instituciones?
-En líneas generales, de un cero a un diez estaríamos en un seis y medio.
-¿Es suficiente?
-Está bien. Siempre que hemos tenido un problema nos han ayudado. Pero que quede claro, las inversiones son nuestras, privadas. No pedimos demasiado. Desde que yo estoy en la empresa recuerdo que una vez recibimos una subvención de 3.000 euros por la normalización lingüística. Ha sido la única ayuda que recuerdo. El esfuerzo es estrictamente privado. Pero hay que tener en cuenta el carácter de monumento histórico que es el tren. A veces nos piden temas de seguridad como pueden ser por ejemplo cuestiones de pasillos, pero nosotros contestamos que lo primero es mantener la personalidad del ferrocarril.
-Tanto la Serra de Tramuntana como el casco antiguo de Palma están recogiendo apoyos dentro del ámbito del Patrimonio de la Humanidad. ¿Porqué no incluir al tren de Sóller, que enlaza el Casco Antiguo de la capital con las zonas más bellas de la Serra?
-Tenemos la suerte de que nuestra empresa privada nos va bien y no hay la necesidad de ir a buscar otras cosas.
-Pero cabe recordar épocas del pasado en que la crisis del tren era evidente...
-Sí, es cierto. Cuando nosotros entramos el año 2002 el ferrocarril estaba a punto de cerrar. Pero hemos hecho una buena gestión. Al tren le han salvado varios factores. El primero es su propia identidad, que es única. Pero otro punto importante es que se ha sabido adaptar al mercado. Nuestros abuelos vieron que necesitaban una nueva vía de comunicación o se quedaban atrás y de ahí en adelante hasta la personalidad turística que tiene en la actualidad y que empezó en los años sesenta o setenta. No obstante, a mediados de los noventa hubo una crisis turística que creó numerosos problemas.
-Ustedes a partir del 2002 le dieron otra dimensión...
-Así fue. Le aportamos personalidad cultural, que lo potenció mucho. A Mallorca no le basta el sol y playa. Darle un atractivo al tren como pueden ser la Sala Miró o la Sala Picasso o el museo de Can Prunera, están ofreciendo un atractivo muy importante y diferente a nuestros visitantes. En Can Prunera estamos haciendo exposiciones temporales con la presencia de obra de muchos artistas de Mallorca.
-El espíritu de Miró es muy importante para el tren...
-Miró estuvo enraizado en Sóller. Sus abuelos vivían aquí. Él pasó temporadas en Sóller y hay obras suyas que datan de aquella época. Con el Baluard, la Fundació Miró, el Ayuntamiento de Palma, la Caixa y nosotros hemos aportado lo que se conoce como territorio Miró, una apuesta cultural muy importante para Mallorca.
-¿Cree que el tren necesita más promoción en el exterior?
-Dependemos del turismo. Mientras en Mallorca haya turismo, el tren subsistirá. Pero manteniendo su personalidad. Me han pedido que instale wi-fi en el tren y me he negado. Y mientras yo pueda, en el interior del ferrocarril no se instalará. Cuando viaja la gente se ha de olvidar de todo, ha de disfrutar del paisaje y no hipnotizarse con la pantallita digital. Eso de ir a un restaurante, ver a una familia con los cuatro miembros obsesionados con su whatsApp no pasará en el tren. Se puede permitir en las estaciones, pero en el interior del tren, de ninguna manera.