Un erudito como Lippan dijo algo así como que con el periódico de hoy se envuelve el pescado de mañana. Esto era en los años veinte, los felices, del siglo pasado, ya no les digo en la era digital. Es lunes y estoy en el despacho (¿a que les suena?) y estoy escribiendo estas líneas que más que nunca tiene una caducidad extrema al ritmo que se desarrollan los acontecimientos.
Iglesias, por el momento vicepresidente del Gobierno, ha venido a desempolvar el lema de la guerra civil al calificar a dos partidos legales (PP y VOX) como delincuentes criminales (sic). Su maniobra de bajar a la arena de Madrid no hay que interpretarla como una maniobra de audacia política, sino como lo que es, quemar las naves. Las encuestas le dan un resultado que les convierten en un partido marginal y, en consecuencia, suponen el fracaso de la revolución bolivariana, y con ello habrá defraudado el alma de Ernesto Che Guevara, revolución o muerte, venceremos. Parece que después de lo de Madrid será muerte...
A quien deberíamos pedir explicaciones por lo que está pasando es a quien no vemos, ni hemos elegido, y que maneja los hilos del Presidente Sánchez, cual marioneta. Iván Redondo es el autor intelectual de todo este esperpento patrio. Ha sabido jugar con la desesperada Arrimadas, que, por un pedazo de moqueta, ha convertido su palabra en algo tan vacío e insignificante como la del premier Sánchez. Redondo y Sánchez-Castejón han elevado el arte de la mentira a una forma de hacer político; lo increíble es que aún encuentren a alguien que se fíe de este dúo. Arrimadas puede haber pecado de ilusa o de ambiciosa, o de ambas, pero a buen seguro lo que ha conseguido la propia Arrimadas después de unos años de empeño ha sido hundir a su partido.
Somos el país de la OCDE que más está sufriendo la crisis económica, y nuestros políticos, a lo suyo... inventarse batallitas para estar entretenidos. La gente en la calle anda desesperada, pero ellos por un caso absolutamente menor de corrupción (ni siquiera es ilícito penal) hacen saltar el Gobierno de Murcia, y, en consecuencia, la Presidente de Madrid convoca elecciones. Yo entiendo perfectamente que Diaz Ayuso no se fiase del citizen Aguado, un señor que venía poniendo palos en las ruedas de su gobierno durante toda la legislatura.
Diaz Ayuso, además, nos proporcionará una foto fija de cómo está la intención de voto en el país, con las singularidades propias de Madrid, pero será indicativo ver como C’s desparece del espectro parlamentario, que Iglesias y su partido se dejan los piños, la dacha y la niñera en los resultados. El apego de los españoles al alexitimico Sánchez, que aunque no se presente estará ahí. Veremos el tirón de la Presidente y de la derecha extrema; estas elecciones pondrán a cada partido en su lugar, aunque luego todos se proclamen ganadores, pero ya saben que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, como dijo Antonio Machado a través de Juan de Mairena.
El problema, ahora, lo tendrá Casado, pues a buen seguro, con el tiempo y según el resultado, la legítima ambición política de Ayuso chocará con los intereses de su Presidente Nacional; en esta vida hay valores que van más allá de una poltrona, lealtad, legitimidad, honor, decencia, honradez, sinceridad...No comparto lo dicho por Maquiavelo de que el fin justifica los medios.
El lenguaje guerra civilista que se viene últimamente usando, el llamar fachas o criminales a los que no piensan como tú, es sencillamente antidemocrático. Una de las grandezas de este sistema es la libertad de pensamiento y expresión, y que ello no suponga que seas víctima de la represión como aún está pasando en Cuba o Venezuela. Aquí, como dijo el gran Churchill, si llaman a las seis de la mañana a la puerta de tu casa solo puede ser el lechero. Es tal la grandeza de este sistema que admite a gente que lo quiere abolir.
No podemos aceptar esta dialéctica del enfrentamiento más allá de la palabra y del argumento político, pues estamos retrocediendo a lo vivido en la Republica y a la existencia de las dos Españas. Tenemos problemas demasiado serios como país como para llegar a las manos por un puñado de escaños en la asamblea de Madrid. No todo vale en política ni en ningún aspecto de la vida. No olvidemos, pues, que estamos en un estado de derecho, en un estado en el que prevalece la norma y el sentido común por encima de todo y de todos.
No se puede llamar a las barricadas, como se hace veladamente, o no tan veladamente, estos días, desde la izquierda radical, para volver a sus raíces y orígenes; la sinrazón ya no cabe en España, y todos, cada uno desde nuestro lugar y con nuestras posibilidades, debemos evitar caer en errores pasados. Recientemente, les decía que la violencia solo engendra violencia, tomémoslo en serio. Hay cosas con las que no se puede jugar, ya que después no tiene solución, no hay remedio.
Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Antonio Machado. Aprendamos del pasado para que no vuelva a ocurrir.