La llamada de una médico del servicio de Anestesia del Hospital Clínico de Valencia “invitando” a la renuncia a una nueva interina es escandalosa. La grabación pone los pelos, literalmente, de punta.
La conversación se ha hecho pública en la edición digital del ABC. Discurre entre sugerencias veladas y amenazas directas. “La plaza no es para tí” debió surgir efecto, en la medida en que la facultativa renunció al derecho que le correspondía a incorporarse al servicio.
Sorprende más la publicación de la incisiva y vergonzante llamada que el propio objetivo; tenemos tendencia a dar visos de normalidad a lo que es frecuente. Creo no equivocarme si afirmo que es bastante general la creencia que la puerta de entrada al empleo sanitario sigue alejada de los principios de transparencia.
Las ofertas públicas de empleo son extraordinarias, tardías, cerradas; la contratación facultativa eventual, en demasiadas ocasiones, es discrecional y arbitraria. Los principios de mérito y capacidad son esquivados con frecuencia. En determinados entornos, el sentido patrimonial de algunos funcionarios y la relajación de los que tienen que velar por la equidad en el acceso, son bastante comunes.
Por desgracia, algunas de estas actitudes son tan delictivas como difíciles de perseguir. Algunos pintas, no se les puede llamar de otra manera, se han escapado en más de una ocasión por la rendija de la puerta entreabierta antes de ser cazados in fraganti. Nuestra sociedad no solo sigue escandalizándose ante la injusticia y el delito de cuello blanco, que no es poco, sino se indigna con mayor intensidad.
Más de un apaño está en manos de la justicia a punto de ser enjuiciado. Hasta que un procedimiento progrese, siente en el banquillo a los inductores y responsables y acabe en condena en firme, el ejercicio del trile, se mantendrá vigente.
