A fuer de ser sinceros y aún sabiendo que mi opinión en este caso será discutida porque, por supuesto, también es discutible, he de manifestar que el Mallorca tampoco pierde mucho con la marcha de Ortuño al Cádiz.
La trayectoria del jugador murciano ha sido errática por donde ha pasado, claro que aquí pudo ser el tuerto en el país de los ciegos y eso sí es fácil de entender. Veamos, su mejor temporada fue en Girona donde disputó veinte partidos y marcó nueve goles, que no está mal. De regreso al Granada, un fiasco. Ni un solo gol en apenas cinco participaciones, por lo que es traspasado a Las Palmas. Allí ve portería en sólo cuatro ocasiones a lo largo de dieciocho partidos. Va cedido al Zaragoza que se lo quita de encima a media temporada para dejarlo en Palma, con otros cuatro goles en su haber y una clara falta de sintonía con Fernando Vázquez, sobre todo a raíz de un desplazamiento, no recuerdo si a Ponferrada o Soria, cuyo incidente se silenció como tantas y tantas cosas que ocurren en el club.
No digo que sea un mal jugador, no, pero además de que el agua tiene algo cuando la bendicen, según el modismo popular, no es una estrella como para perder la cabeza, ni asegura registros como los de Sergio León, Florín Andone, Xisco, etc.
Lo preocupante del caso Ortuño no es que haya preferido la Tacita de Plata antes que la Isla de la Calma, sino que Maheta Molango y sus colaboradores no han sido capaces de convencerle ni personal ni económicamente y, en última instancia, tampoco se ha visto el dinero de Sarver por ninguna parte.
Cerradas las espectativas, si es que las hubo, “bon viatge fassi la cadernera”.