Hace dos semanas le pregunté a Maheta Molango en un programa de radio qué había movido a Robert Sarver a invertir en el Mallorca después de fracasar sus intentos para comprar el Glasgow Rangers, el Levante o el Getafe. Aún me río de la respuesta al afirmar que vio una oportunidad de inversión. No hay un solo club de fútbol de segunda división que gane dinero y mucho menos con la deuda que arrastra el Mallorca de la que un eventual comprador, de la que el CEO niega cualquier negociación, tendría que hacerse cargo inmediatamente y por un importe no inferior a otros veinte millones de euros, el montante de la operación que otorgó la propiedad a los americanos; en buena hora ya que sirvió para deshacerse de Utz Claassen y en mal día si nos atenemos a la gestión posterior.
Lo que Kohlberg, Nash y compañía parecen no entender es que lo que en Estados Unidos se concibe como espectáculo, aquí es competición. En la NBA no hay descensos por lo que la exigencia a los directivos y jugadores del Phoenix Suns no tiene nada que ver con el imperativo del fútbol europeo: o ganas o te hundes. Allí se pueden permitir viajar en el furgón de cola del baloncesto profesional, del que solo han salido una vez en toda su historia, pero aquí bajar a Segunda B produce un socavón deportivo y económico que se tarda años en abandonar. Y si no que se lo pregunten al Pontevedra, que en primera división fue matagigantes y acuñó el lema “hay que roelo”, o a los Oviedo, Las Palmas, Cádiz o los antiguos Málaga y Burgos, no los actuales que fueron refundados.
Y que nadie por desinformación, desconocimiento o confusión, al margen de sumisión y complicidad, insista en que los financieros de Arizona pusieron dinero en el club. Lo adquirieron y parece ser que no en rebajas, pese a estar técnicamente en liquidación, un dato más para el misterio. Invirtieron en acciones, no en la institución en la que, hasta el día de hoy, no han puesto ni un euro o muy pocos. Tal vez porque alguien les convenció de que con Fernando Vázquez y cuatro fichajes en enero, subirían fácil a Primera donde, solo por derechos de televisión, recibirán entre 35 o 40 millones. Jugaron a la lotería y perdieron. El mallorquinismo, también.