Munar no es Matas

El Tribunal Supremo tiene su sede en la calle Marqués de la Ensenada, muy cerca de la sede central del PP en la calle Génova. En Madrid hay ambiente enrarecido. El caso Bárcenas ha envenenado las relaciones entre las más altas instancias del poder judicial, los fiscales y el actual partido del Gobierno. Pero se mantiene el respeto. Todos van con mucho cuidado para que no haya un choque frontal y directo. Y eso ocurre entre los poderes del Estado en pleno corazón de Madrid. Eso se vio hace unos meses con la sentencia de Jaume Matas, que le fue ampliamente reducida a sólo nueve meses por el alto tribunal dejando en casi nada la durísima condena de la Audiencia de Palma. Sólo nueve meses por tráfico de infuencias. El mínimo entre los mínimos. Durante la vista de casación del sumario de Matas, el fiscal apenas intervino durante tres minutos.

Fue la gran diferencia conlo que pasó el jueves en la Sala Segunda durante la revisión de la sentencia de Maria Antònia Munar  y resto de condenados recurrentes del caso Maquillaje. En esta ocasion, el fiscal Salvador Viada tuvo una intervención mucho más larga, altamente politica, generalista y hasa peliculera. Tenía delante los restos de un partidito mallorquín ya desaparecido desde la entrada de una comision judicial en su sede y al que se impuso una fianza astronómica por el testimonio de un excontable. Viada tenía la ocasión de lanzar en este contexto su gran alegato contra la corrupción. Se exhibió a lo grande, sin tecnicismos centrados en el caso concreto que analizaba. Con los pequeños es más fácil. A nadie en Madrid se le ocurre pensar en una comisión judicial entrando en la sede central del PP e imponerle a este partido una fianza millonaria aunque el que acusa es su propio tesorero oficial y no un contable de segunda fila. Pero al partido mallorquín extinto sí se le puede comparar con el Asesinato del Orient Exprés y el fiscal puede hacer de Hércules Poirot delante de los medios de comunicación.

Avisar paternalmente al PP dando duro al extinto partidito, que encima tenia veleidades nacionalistas, queda muy bien para vender titulares de prensa, radio y televisión.

Pero queda la duda de la decisión final de los jueces del Supremo. La justícia es igual para todos. Para Matas ha habido una rebaja muy sensible de condena. Y de hecho estuvo muy cerca de la absolución total. ¿Qué pasará con Munar y el reto de condenados de UM? ¿Podrá ser condenada la expresidenta del Consell por el solo testimonio de un coimputado que colabora con Fiscalía y sin ninguna otra prueba de cargo? Los jueces de la Sala Segunda tienen que elegir entre una sentencia técnica, como han hecho casi siempre, o sumarse a la marea generalizada que el jueves abanderó el fiscal del Supremo.

En Madrid hay mucho ambiente anticorrupción. Vende mucho. Pero los grandes partidos son intocables. ¿Es de justicia que pague el pato la expresidenta de un pequeño partido periférico, convertida en conejillo de Indias de una imparable histeria colectiva?

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