Las recientes revelaciones del caso de Nadia Nerea, la menor afectada de una extraña enfermedad denominada tricotiodistrofia, cuyos padres están acusados de estafa, han supuesto un tremendo golpe en la opinión pública. Ha causado conmoción el hecho de que la Policía Autonómica haya encontrado en un dispositivo ‘pendrive’ del padre de la niña, Fernando Blanco, actualmente en prisión preventiva, imágenes presuntamente de “carácter sexual” de la menor -que actualmente está en casa de unos tios en Mallorca-. Esto añade aún más gravedad al caso e incorpora a los delitos que hasta ahora estaban siendo investigados, los de provocación sexual y explotación sexual.
Hay que ser extremadamente prudentes, cosa que no siempre se observa en las informaciones periodísticas que se publica
Sin embargo y dado que el asunto atañe a una menor edad, la gran víctima de todo el caso, hay que ser extremadamente prudentes, cosa que no siempre se observa en las informaciones periodísticas que se publican y sobre todo, las que se emiten en televisión. No es éticamente admisible rellenar minutos de programación en base a conjeturas y suposiciones que ahora mismo no están probadas y solo son fruto de la imaginación.
Si todos los casos que están bajo instrucción judicial requieren de especial prudencia y rigor, en el caso de Nadia, donde concurre la presencia de una menor de edad y los acusados son sus padres, requiere un plus de cautela que se echa en falta en numerosas informaciones que saltan a la luz pública. Este país debiera haber aprendido algo del caso Wanninkhof y la condena injusta a Dolores Vázquez, caso paradigmático de juicio mediático paralelo que acabó destrozando la vida de una persona inocente. Es por ello que no todo vale y que las informaciones publicadas deben estar contrastadas y no ser fruto de la elucubración, sino de la realidad basada en hechos conocidos e indubitados.
