Una de las particularidades de la presente crisis sanitaria del Covid-19 son los diferentes criterios estadísticos y metodológicos con que cada país contabiliza el número de casos. En Europa, sin ir más lejos, el gobierno francés solo considera fallecimientos por coronavirus aquellos que se producen en los centros hospitalarios. Si, por el contrario, el óbito ha tenido lugar en el domicilio del finado o en una residencia, no pasa a engrosar el registro de víctimas mortales de la pandemia
En el caso de España, el criterio es similar al de Francia, es decir, se consideran muertes por coronavirus aquellas que tienen lugar en los hospitales. Ahora bien, el Ministerio de Sanidad español también acepta incluir estos fallecimientos en el registro del Covid-19 si previamente se efectuó a la persona fallecida un test de coronavirus y el resultado fue positivo.
Italia, en cambio, maneja un criterio mucho más amplio: siempre que fallece una persona a la que se había diagnosticado la infección de forma fehaciente, esa muerte pasa a formar parte de las estadísticas oficiales de esta patología, independientemente de cuál es el lugar en el que se produce el óbito del paciente.
El caso italiano ilustra, además, otra de las empinadas aristas que ofrece esta emergencia sanitaria mundial, y es la dificultad de distinguir entre las personas que, en efecto, mueren a causa del coronavirus, y las que habían sido contagiadas pero han acabado falleciendo por patologías previas. En otras palabras, se trataría de diferenciar entre los pacientes que mueren de coronavirus y los que lo hacen con coronavirus.
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Italia está tratando de introducir esta diferenciación a la hora de difundir el balance diario de la evolución de la pandemia en el país transalpino, pero todavía hoy existe la presunción de que la muerte de cualquier enfermo que había dado positivo supone, inexcusablemente, un nuevo óbito por coronavirus.
De hecho, cada territorio responde a una realidad específica. En Reino Unido, por ejemplo, el empecinamiento del gobierno presidido por Boris Johnson de no plantar cara a la enfermedad desde el inicio de la pandemia con medidas decididas y efectivas, ha provocado una considerable demora en el recuento de casos. Al fin y al cabo, hasta el 5 de marzo, no se impuso en este país la obligatoriedad de notificar la causa de muerte cuando ésta se hallaba asociada a la presencia del Covid-19. En consecuencia, la contabilización de diagnósticos positivos en Reino Unido experimenta, todavía ahora, un notable retraso respecto a otros territorios.
EL 'MILAGRO' ALEMÁN: LOS MISMOS CASOS, Y MUCHAS MENOS MUERTES
También está resultando controvertida la fórmula de seguimiento de la curva del coronavirus que se está efectuando en Alemania. Desde el inicio, la comunidad científica se ha sentido intrigada por el número relativamente bajo de fallecimientos registrados en el país germano, en comparación con otras naciones europeas, a pesar de que la incidencia de la enfermedad es similar.
Así, la tasa de mortalidad por coronavirus en Alemania es del 0,27 por ciento, según las últimas estadísticas, muy por debajo del 3,4 por ciento de Francia; el 5 por ciento de España, o el 8,3 por ciento de Italia. ¿Acaso el coronavirus es menos letal en Alemania que en estos otros territorios? No parece probable. Simplemente, la forma de obtener los datos es, una vez más, diferente.
Concretamente, las administraciones germanas, no solo la central sino también las que ejercen el gobierno en los diversos ‘landers’ o regiones, se limitan a recopilar las muertes de pacientes con Covid-19 que fallecen en hospitales y que, además, antes de la enfermedad habían pasado algún tiempo en países considerados de alto riesgo, entre los que se incluye a España y también, por supuesto, a Italia y China, además de Irán, Francia y Corea del Sur.
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Esto es así porque los hospitales alemanes solo estarían efectuando la prueba de detección del contagio a este perfil específico de enfermos. En el resto de casos, el test se pasa por alto, tanto antes como después del óbito, ya que tampoco se llevan a cabo pruebas para confirmar o descartar que un determinado paciente haya fallecido siendo positivo en el virus.
ILLA GARATINZA "ABSOLUTA TRANSPARENCIA" EN EL RECUENTO DE FALLECIMIENTOS
A vueltas, precisamente, con la controversia acerca de la fuente de procedencia de los datos de evolución de los contagios, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha garantizado este miércoles la "absoluta transparencia" en el recuento de fallecidos por parte de su departamento, y ha subrayado la importancia de disponer de información veraz para combatir la pandemia.
Illa ha insistido en que "somos muy estrictos" en ese recuento y ha explicado que toda persona diagnosticada de coronavirus que muere, está computada como fallecimiento por esta causa.
Por otra parte, en declaraciones a mallorcadiario.com, el director del Instituto Balear de Estudios Sociales Avanzados (IBES), Gonzalo Adán, también se ha referido a la disparidad de criterios a la hora de realizar estadísticas sobre la enfermedad. Según explica, "hay países que contabilizan unos muertos y no otros, por ejemplo los que fallecen en sus domicilios. Además, lo correcto es señalar que se trata de fallecidos 'con' coronavirus y no 'por' coronavirus, ya que la mayoría de casos son enfermos con otras dolencias a los que el coronavirus acelera el proceso; y eso podría alterar notablemente las estadísticas".
Las palabras de Gonzalo Adán rememoran la advertencia que se lanzó desde la administración autonómica balear después de producirse la primera muerte relacionada con el Covid-19 en las islas. La víctima fue una mujer de 59 años que falleció en el Hospital Universitario Son Espases, donde había ingresado varios días antes del óbito a causa de otras patologías.
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De hecho, en función de la información aportada por el Govern, la prueba que detectó el positivo de la mujer se efectuó con posterioridad a su ingreso. Es en este sentido que los responsables sanitarios de Baleares pusieron el acento en que esa paciente había muerto con el coronavirus, pero no necesariamente a causa del Covid 19.
¿En cuantos más casos se podría establecer la misma conclusión? Posiblemente en muchos, y es precisamente por esta razón que la estadística sobre esta alarma sanitaria resulta en estos momentos tan incierta, porque no solo cambian los criterios en el recuento de los fallecimientos, sino que incluso las causas de las muertes son notoriamente discutibles.
LA TEORÍA DE IOANNIDIS: PARA ADOPTAR MEDIDAS DRACONIANAS, HAY QUE CONOCER MEJOR LOS DATOS
No obstante, el factor puramente estadístico no es el único que suscita dudas y confrontaciones a la hora de zambullirnos en la realidad del Covid-19. Hay otro frente de beligerancia en el que no faltan teorías y pronunciamientos contrapuestos. ¿La humanidad, en su conjunto, está encarando de forma inteligente y efectiva esta crisis sanitaria? No faltan opiniones muy ilustradas y competentes que sostienen justamente lo contrario.
Este es el caso de John P.A. Ioannidis, codirector del Centro de Innovación en Meta-Investigación de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Ioannidis es epidemiólogo, matemático, experto en biomedicina y especialista en salud pública. Teniendo en cuenta su incuestionable prestigio y sus portentosos conocimientos, las manifestaciones que realizó sobre la estrategia mundial frente al coronavirus no han dejado de llamar la atención. En un artículo de opinión divulgado por la publicación científica ‘Stat’ y recogida por el medio argentino ‘Infobae’, Ioannidis no duda en proclamar que el Covid-19 “tal vez sea la pandemia del siglo, pero puede que también deba ser considerado el fiasco del siglo”.
¿Y eso por qué? La razón es que, según este profesor e investigador norteamericano, “carecemos de evidencia confiable sobre cuántas personas han sido infectadas, o que continúan con el virus. Se necesita mejor información para guiar las decisiones y acciones” que han de aplicar las diferentes administraciones.
Frente a ello, según apunta, “se han adoptado contramedidas draconianas” que, a su juicio, pueden resultar efectivas y viables si se prolongan durante un espacio de tiempo relativamente corto. Sin embargo, Ioannidis se pregunta “cuánto tiempo deberían continuar estas medidas si la pandemia se agita en todo el mundo sin cesar”.
Por todo ello, el científico reclama que si las medidas de confinamiento han de continuar vigentes, al menos, las administraciones han de tener la posibilidad de contar con información fidedigna y creíble acerca de la evolución de la pandemia. Como razona el profesor de la Universidad de Staford, “si decidimos saltar del precipicio, necesitamos algunos datos para informarnos sobre la razón de tal acción y las posibilidades de aterrizar en un lugar seguro”.