Mission Impossible 9: Avoided Investiture

Cuando la realidad cotidiana me supera, que es algo que me suele ocurrir unos 343 o 344 días al año de los 365 que conforman cada anualidad, recurro a la imaginación para fantasear con otras hipotéticas vidas posibles para mí.

Mi fantasía más sofisticada y recurrente —de entre todas aquellas que se pueden contar— es que soy Ethan Hunt, el agente secreto que, como bien saben ustedes, es el principal protagonista de la saga de películas de Misión Imposible.

Yo creo que esta fabulación mía tiene, además, un cierto fundamento racional y empírico, pues si uno se fija con detenimiento en la fotografía que acompaña a esta columna, posiblemente pueda llegar a la conclusión de que existe un más que razonable parecido físico entre Tom Cruise y yo, aunque no sé si la mayoría de ustedes estarán o no de acuerdo con esta percepción facial y anatómica tal vez algo subjetiva.

Es cierto que él es una gran estrella de Hollywood y yo no, o que hace cosas que hasta el momento yo aún no he hecho, como pilotar aviones de combate, escalar rascacielos y montañas a mano libre, conducir motos de gran cilindrada, volar de un edificio a otro, saltar en paracaídas, correr por la parte superior de un tren de alta velocidad en marcha, estar colgado del exterior de un avión cuando despega o aguantar la respiración durante seis minutos y treinta segundos bajo el agua.

Todo eso es cierto, sí, pero si descontamos esos ocho o nueve pequeños detalles de carácter vital que nos separan, yo creo que en el fondo no hay tantas diferencias entre Tom Cruise y yo, o entre su alter ego Ethan Hunt y un servidor de ustedes.

Esa gran similitud física, biográfica y existencial entre ambos fue la que me animó hace unos días a imaginarme a mí mismo siendo el protagonista de una nueva entrega de su saga más famosa, una entrega que decidí titular Mission Impossible 9: Avoided Investiture. Le puse este epígrafe porque mi objetivo era intentar evitar —avoid, en inglés— saber nada de la investidura durante los dos días programados inicialmente para su desarrollo, esencialmente para intentar preservar lo máximo posible mi propia salud física y mental.

Así que durante el miércoles y el jueves opté por no ver la televisión, ni escuchar la radio, ni seguir a ningún columnista o tertuliano de guardia, ni leer ningún digital —excepto el que ustedes están leyendo ahora mismo, claro—, ni hablar con ningún amigo o conocido que tal vez me quisiera comentar algo acerca de cómo se estaba desarrollando el debate de investidura. Además, desactivé las principales aplicaciones de mi teléfono móvil, no contesté a ninguna llamada y no abrí ningún correo.

Al mismo tiempo, para poder ponerme con más facilidad en modo 'agente secreto' escuché a lo largo de ambas jornadas una y otra vez el excelente tema principal de la saga de Misión Imposible, del maestro Lalo Schifrin. Incluso visualizaba en mi mente unos posibles títulos de crédito para Mission Impossible 9: Avoided Investiture, que empezarían con los primeros e inconfundibles acordes de la mítica composición de Schifrin, seguidos de la no menos mítica cerilla que enciende una larguísima mecha que da comienzo a todo.

Puestos a fantasear, esos títulos de crédito se iniciarían con 'Paramount Pictures and Skydance Productions present' y a continuación podría leerse mi nombre, Pep Maria, en sustitución del de Tom Cruise. Tampoco aparecerían los nombres de Simon Pegg, Rebecca Fergusson o Ving Rhames, habituales ya de esta saga, sino el de mi compañero y amigo Alfredo Pulido, junto con el de varios periodistas más que también habrían optado heroicamente por no seguir nada de la investidura.

Aquel acompañamiento musical y estos títulos de crédito imaginarios me dieron al final la fuerza necesaria para empezar a acometer mi plan secreto a partir de las nueve de la mañana del pasado miércoles. De hecho, y aun a riesgo de hacerles ahora un spoiler no premeditado, puedo confirmarles que en Mission Impossible 9: Avoided Investiture mi equipo y yo culminamos con un éxito absoluto y rotundo nuestra muy trabajada tarea evitativa.

Mi completa falta de noticias sobre la investidura contribuyó, además, a la obtención de varios beneficios muy concretos para mi salud. Así, pude mejorar mi tensión arterial, moderar mis niveles de glucosa en sangre, hacer desaparecer mi acidez de estómago, aliviar mis contracturas musculares e incluso regular mi tránsito intestinal, por lo que el resultado final de mi actuación evasiva fue doblemente satisfactorio.

Aun así, soy consciente de que cuando hablo de una doble satisfacción me estoy refiriendo únicamente a mí mismo, pues por lo que pude comprobar ayer y por lo que había podido intuir ya en las últimas semanas, la satisfacción no parece ser ahora mismo la sensación mayoritaria en buena parte de nuestro querido y complicado país.

Por todo ello, para intentar rebajar un poco la actual crispación política, la creciente polarización ideológica y una tensión mediática que a veces parece ya casi imparable, estoy barruntando la posibilidad de poner en marcha dentro de sólo uno o dos meses mi propia décima entrega de la saga. Por ahora, su título provisional sería Mission Impossible 10: The one that is coming. O sea, Misión Imposible 10: La que se avecina.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias