Michele Obama ¿Elegante?

GEMA MUÑOZ. La familia de expresiones que se ponen en juego cuando preguntas a alguien sobre que significa ser elegante, son inmensas, hay quien  describe el concepto como un modo de ser y parecer, otros lo definen como tener dignidad o como una filosofía de vida que va más allá del simple protocolo social.

Dijo una vez Albert Einstein “Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre”.

No sé si los expertos que han otorgado a Michelle Obama el título a la mujer más elegante y mejor vestida, se refieren exactamente al sastre mencionado por Einstein, pues lo cierto es que la primera dama viste de los mejores diseñadores norteamericanos.

Tampoco si realmente en lo que han querido hacer hincapié es en que la Señora Obama esta en forma, algo que es innegable,  pues para aquellos que no lo saben la edición del mes de abril de la revista Vogue por tradición se dedica a “el estado de forma” o lo que es lo mismo a los cuidados previos del cuerpo de cara al verano y Michelle ocupa la portada de esta edición primaveral.

En mi opinión Michelle Obama no es elegante. Reconozco como experta que sus asesores de imagen están haciendo un gran trabajo con ella, se ocupan de lo que hay que ocuparse, destacar el potencial corporal que posee Michelle y disimular los defectos que tiene, utilizando para ello colores, texturas y formas adecuadas a su figura, pero eso no significa que pueda otorgársele el título de elegante; desde mi perspectiva y la de numerosos expertos elegancia es ser estéticamente armónico, eurítmico (moverse en forma bella y armoniosa) es una gracia especial que emana del interior, y por supuesto con un gusto exquisito para vestir y para lucir las prendas que se llevan encima.

Bajo estas premisas Michelle Obama no encaja en la categoría de elegante, pues no cumple con todas las condiciones. Mujeres elegantes a lo largo de la historia ha habido muchas Grace Kelly, Carolina de Mónaco, más recientemente Kate Middleton y en tierras patrias estarían Isabel Preysler o Nieves Álvarez.

Lo que si he de reconocerle es la capacidad de venta y lo bien que hace su branding personal, se siente cómoda; y ya sea con intención o no, cumple con el prototipo de norteamericana de clase media alta  y por supuesto resulta muy rentable para los diseñadores o marcas que la visten, según algunos economistas con tan solo mostrarse delante de las cámaras quince minutos les reporta a los creadores más de 2.000 millones de euros al año.

En España esto es impensable, primero porque las primeras damas del país se han dedicado en las últimas legislaturas a pasar desapercibidas ( lo mismo que en las comunidades autónomas y no digo nada mas) aunque sí han disfrutado de las ventajas que tiene estar casada con una autoridad pública; y segundo,  porque ninguna viste habitualmente de diseñadores españoles, no, corrijo,  Letizia Ortiz si lo hace, pero ella es “princesa” y está “casada” en exclusiva con un solo creador que ni siquiera es de los mejores, por lo que finalmente es como si no hiciera nada.

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