A falta de una selección integrada exclusivamente por jugadores de segunda división, cada temporada me erijo en seleccionador según mis propios gustos y a través de las anotaciones que he tomado jornada tras jornada analizando a los rivales del Mallorca y partidos que he podido seguir a través de la televisión. En descargo de la dirección deportiva del Mallorca he comprobado que algunas demarcaciones carecen de futbolistas especializados o destacados. Faltan laterales por un tubo, no hay muchos centrales aunque si hay más donde escoger en el centro del campo, tanto por lo que se refiere a mediocentros como a carrileros. Luego, arriba, también se nota la ausencia de buenos realizadores. Sin embargo debo añadir que la calificación que otorgo a Molango y Javi Recio baja a suspenso debido a que en ninguna de ellas he podido colar a un solo miembro de la plantilla mallorquinista, lo cual me lleva a otra reflexión: menospreciamos vestuarios ajenos en los que moran profesionales bastante más preparados que algunos bermellones que exhiben, eso si, nombre.
En mi primera oleada he alistado a la friolera de treinta y tres hombres, una preselección que exige ser reducida al menos en aproximadamente una docena de ellos. Por ejemplo sobran dos porteros de cuatro, otros tantos defensas, tres medios, además de algunos extremos y un delantero centro. Me propongo componer una selección de 22, aunque en el conjunto de todos los mencionados hay más de un elemento al que no me importaría fichar para la próxima temporada -¡una quimera, visto lo visto!-,si es que el equipo salva la categoría.
Queda por reconocer que por supuesto los elegidos obedecen a criterios personales y subjetivos con los que habrá mucha gente que no estará de acuerdo, una de las razones por las que tanto guate el fútbol. En cada uno de nosotros hay un seleccionador y hoy he sido yo.