A veces, por distintas razones, llueve dentro de nuestro corazón, pero tal vez porque se trata de una lluvia interior, suele ser muy difícil o poco habitual que en esos momentos alguien la descubra, que alguien se dé cuenta de nuestra soledad, o de nuestro cansancio, o de nuestra tristeza, o de nuestro dolor.
Quizás ese sea uno de los motivos por los que tan a menudo buscamos refugio en la poesía o en la música, sobre todo en todos aquellos autores que en un poema o en una canción nos están diciendo que en su corazón, de alguna manera, también llueve ahora o ha estado lloviendo recientemente. Así nos lo dice el gran cantautor Luis Pastor en su bellísima canción «Aguas abril», de la que desde hace ya algunos años existe una nueva versión, a dúo con Bebe, igualmente muy hermosa. «No sé de qué compás te deslizaste/ ni en qué estación de metro te perdí./ No vi llegar al lobo y me avisaste,/ las tiendas se han cerrado para mí».
Aun así, en la lluvia hay casi siempre, pese a todo, belleza. Una belleza diferente, melancólica y extraña, como la de una calle mojada en la noche de una gran ciudad, o la de un vestido balanceado suavemente por el viento, o la de un paisaje brumoso cuando intuimos que se acerca ya un nuevo otoño. «Aguas abril, flores en mayo,/ beso una estatua de sal./ Se fue mi tren, también el barco,/ solo en mi puerto de mar.».
Sin querer, muchos de nosotros nos pasamos quizás la mayor parte de nuestras vidas ocultando nuestros sentimientos más profundos, nuestro verdadero estado de ánimo, por pudor, para no incomodar, para intentar evitar que los demás puedan tal vez alejarse más o menos definitivamente de nosotros. Sin querer, muchos de nosotros nos pasamos quizás la mayor parte de nuestras vidas fingiendo en mayor o menor medida ser alguien que seguramente en realidad no somos, y eso hace que a menudo nos sintamos, de forma casi irremediable, doblemente desvalidos y solos. «Aguas abril, flores en mayo,/ aunque sonría no soy feliz».
A veces, aunque afuera pueda estar luciendo el sol, como en este primer y caluroso sábado de agosto, está lloviendo muy silenciosa y calladamente dentro de nuestro corazón, como sabemos que en ocasiones también lo hace dentro del corazón abrileño y melancólico de Luis Pastor.