Mercedes Garrido, un valor en alza

Si los columnistas de todo pelaje y condición acostumbramos –y esa es la razón de ser del periodismo de opinión- a criticar con mayor o menor severidad la labor de los políticos, hoy les cambiaré el tercio por completo.

Sinceramente, pienso que el socialismo balear está de enhorabuena por volver a contar con una responsable de un departamento tan trascendental como es el de Territori i Infraestructures del Consell de Mallorca que antepone la buena gestión y el interés general por encima de derivas y dogmas ideológicos supuestamente inmutables que, a la postre, jamás ofrecen solución alguna a los ciudadanos.

La felanitxera Mercedes Garrido, cuya lógica progresión en su partido a nadie puede extrañar, está enviando a la sociedad un mensaje alentador que hace tiempo que no se daba, el de que hay otra izquierda distinta de la populista y sectaria que abunda en la bancada de los socios minoritarios del pacte 3.0, lo cual favorece la pluralidad en la oferta política moderada al alcance de los ciudadanos, que es un eje fundamental de nuestra democracia, construida sobre una mayoritaria clase media.

El PSOE está viviendo una evidente tensión interna motivada por la pérdida de espacio político –probablemente, coyuntural- a favor de partidos, supuestamente a su izquierda, que en realidad son un compendio o sumatorio de estrambóticos intereses de minorías muy concretas, pero que de un tiempo a esta parte marcan la agenda política de nuestra comunidad, copan un espacio infinitamente mayor al de su verdadera representatividad y, lo que es peor, han llegado a condicionar el posicionamiento de los socialistas en muchos asuntos.

Garrido, en cambio, recupera la mejor versión de una socialdemocracia pragmática que, sin renunciar ni un ápice a la defensa del estado del bienestar y a las conquistas sociales de los últimos años, gestiona áreas de gobierno de acuerdo con los intereses de la mayoría y, lo que es más meritorio, desoyendo los cantos de sirena apocalípticos de quienes, como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer, estén en la oposición, o bien en los grupos que dan apoyo al gobierno.

Su última actuación ha sido la de promover aprobación definitiva del desdoblamiento de la carretera Llucmajor-Campos, una medida de puro sentido común, incomprensiblemente retardada durante años y de necesidad imperiosa, habida cuenta del elevado número de siniestros que se han producido en dicha vía, pero que sectores de la izquierda radical, movimientos ecologistas y otras organizaciones minoritarias pretendían abortar sobre la base de concepciones delirantes acerca de la ordenación del territorio, económica y turística de nuestra isla.

Habrá que seguir de cerca a esta política mallorquina dialogante y sensata, que seguramente está llamada a ocupar responsabilidades mucho mayores en un futuro próximo.

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