Se ha originado un buen incendio con la afirmación del viernes de José Ramón Bauzá, quien parecía halar "de oídas" sobre los auténticos motivos por los que la gente se apunta y sigue en el paro: "los hay que se apuntan y parece que no quieren que les llamen".
Hay casos. Hay fraude. Hay picaresca. Hay listillos. Hay aprovechados. Pero por encima de todo en el paro lo que hay es demasiada gente. En sus declaraciones, a Bauzá le faltaron datos para sustentar la afirmación. Hace falta una investigación a fondo. Saber quién hay en el paro mientras hace apaños en "B". Quién está cobrando el subsidio porque le da dos años de ingresos. Quien está en el paro a la vez que rechaza ofertas "porque no son de lo mío". Quien sigue en el paro "porque en este puesto que me ofrecen pagan muy poco".
A Bauzá le faltan estos datos. Todos ustedes -y yo también- hemos conocido casos que se pueden encasillar en cualquiera de los supuestos enumerados en el párrafo anterior. Todos también conocemos casos de auténtica desesperación vital porque se registra uno en el paro por primera vez o porque el mes que viene se acaba el subsidio y hay que comer y pagar la hipoteca.
Hay de todo, pero sobretodo hay demasiada gente en el paro. Demasiada gente porque no nos podemos permitir tanto drama, y demasiada porque alguien tendría que poner orden a las políticas de formación y empleo, y al fraude.
Opino que las declaraciones de Bauzá no se pueden hacer sin datos. Opino también que el incendio veraniego se ha ocasionado por la alta sensibilidad del tema. Pero también apuesto por zanjar el tema y decirle a la oposición -siempre al quite- que presionen todo lo que sepan a Bauzá para que se promuevan más y mejores políticas de formación para los parados.
5 millones -cada uno con sus circunstancias personales- a los que no se les está haciendo ningún caso. A los defraudadores (por favor, pero si puedes renovar la tarjeta del paro por internet) y a los realmente dispuestos a reinventarse y orienar su vida laboral hacia otra profesión, aunque esté peor remunerada que la que le llevó al desempleo.
Quien escribe esto conoce bien su oficina del SOIB (demasidos meses). No me hubiera importado que me hubieran obligado a formarme en otros menesteres a cambio de cobrar la prestación. Nunca se me propuso. Nunca se me llamó. Nunca se investigó si yo estaba trabajando "en negro" -cosa que nunca hice, por supuesto-. Nunca nada.