Es cierto que los sindicatos no tenían más remedio que convocar una huelga porque, desde su punto de vista, la nueva legislación en materia laboral es contraria frontalmente a los intereses de los trabajadores. Y es cierto que el Gobierno, incluso probablemente también uno del PSOE, no tenía más remedio que modernizar esta legislación, para intentar ver si España, logra tener unas tasas de paro más parecidas a las de la media de
Europa.
Por lo tanto, dando como previsible la convocatoria de este huelga, sería de desear que las partes tengan presente que, más allá de esta jornada, el país no está para bromas, que la crisis es de una profundidad nunca vista y que es fundamental salvar la nave en la que estamos todos embarcados. Desde luego, la nave no se salva no haciendo nada. Mañana viernes, tras la huelga, deberemos seguir haciendo los números para ver si nos salvamos de la quiebra, si logramos ir pagando las deudas y si contenemos el déficit, bien bajando el gasto, bien aumentando los ingresos, si es que esto último aún es posible. Mañana, viernes, deberemos seguir viendo cómo mantenemos lo que se pueda del bienestar y, a la vez, redimensionamos aquello que nos permitimos mientras pensábamos que podíamos. Y, de nuevo, el viernes volveremos a necesitar que todos intenten entender y cooperar en este viaje delicadísimo, que puede durar unos cuantos años.
