Sí. E verdad. En la época de bonanza económica teníamos el tic de mirar al funcionario por encima del hombro. En aquella realidad que no nos podíamos permitir tampoco deberíamos habernos permitido tal gesto. Nosotros podíamos prosperar hacia el norte, el sur, el este y el oeste. Mientras, el funcionario -con plaza ganada- tenía más crudo y más lento su ascenso. Y peor pagado. Pero, claro, tenía trabajo fijo. Y algunos tras el mostrador eran lentos y antipáticos. Algunos.
Ahora la crisis ha mandado a 5 millones de "nosotros" al paro. A ellos no, pero los ha dejado atados a la pata de la cama enmedio de una inundación, sin paga de Navidad, con menos sueldo que hace 3 años, con menos moscosos, currando media hora más....
Hasta aquí, el discurso fácil. No hemos entrado todavía en el estrés del funcionario. En la presión sobre aquel empleado público que debe firmar, tramitar o autorizar (o todo a la vez) expedientes que le vienen de arriba o de abajo. Expedientes que vete tú a saber si acaban en manos de la Fiscalía Anticorrupción. Expedientes que, si los ha firmado un funcionario, están bien, pero que al ser solicitados por un político investigado -por muy correctos que sean- se envuelven de porquería.
Visto lo visto por las distintas instrucciones judiciales que hemos ido conociendo en los últimos años, me pregunto qué hará actualmente ese funcionario. ¿Firmo? ¿Y si me acribillan? ¿No firmo? ¿Y si me denuncian o expedientan por no hacerlo?
Funcionarios con firma: a la hora de firmar, intenten abstraerse -si pueden- de la paga de Navidad, de los moscosos, de cómo pagar el seguro del coche...etc. Sólo por ese momento. No vayan a cogerles en un renuncio por el estrés.
Y después, si quieren, camiseta negra y al patio a protestar (a la hora de la merienda, claro).
