Antich, Armengol, Sampol, Rajoy son aprendices al lado de Javier Arenas: cuatro veces derrotado como candidato a presidir la Junta de Andalucía y, por supuesto, ahí seguirá en el cargo hasta la quinta. Ayer obtuvo el total apoyo de Rajoy, que de esto sabe un rato. Es una cuestión de paciencia, si estos españoles o andaluces se resisten, hay que esperar a que un día cambien y vean la luz.
Este es otro de los grandes problemas de la política española, de los que realmente frustran cualquier intención de modernización. Aquí nuestros políticos se instalan y como en general son profesionales de esto (por no decir que incapaces de casi cualquier otra cosa), de allí no los quita nadie.
En muchísimos países europeos, existe una práctica arraigada que dice que la misma noche de la derrota electoral, el fracasado presenta la dimisión irrevocable a todos sus cargos. Así ese día, cuando precisamente su partido no tiene nada que hacer, cuando todas las miradas están en el gobierno, se inicia la recomposición de las piezas, la reconstrucción del proyecto. Ocurre en Alemania, en Escandinavia, en Gran Bretaña y hasta en Portugal. Pero no aquí, donde primero se busca cualquier pretexto para justificar la derrota y después se dice que no está bien abandonar el partido en un momento triste, sin aclarar en qué momento sí hubiera sido oportuno.
