Sea por lo que sea, en las distancias cortas la elegancia de Miquel recuerda a la gesticulación de un lord inglés o a los rasgos de un cortesano renacentista o a un noble caballero que ofrece su mano a una dama para invitarla a bailar un vals. Sea por lo que sea destila finura en su porte y ese refinamiento que le acompaña lo traslada a sus figuraciones, ricas en simbolismos y en enigmas, esas que aportan los ingredientes que dan el toque de distinción a la gastronomía más original, la canela, el limón, el laurel… o sea, la pintura convincente y esplendorosa de un maestro genial.
¿Qué le preocupa o le inquieta a Miquel Martorell de nuestra sociedad en la situación actual?
Es un momento extraño y sí, me preocupa un virus al cual nadie había visto nunca y que de repente cambia nuestra vida y nuestra perspectiva de vida, hemos de usar un barbijo tapabocas por obligación el cual nos oprime, nos ahoga y nos obliga tener a la gente, a nuestros amigos a dos metros de distancia que además nos toca la economía y nuestra manera de vivir de siempre, tan mediterránea tan de abrazos y besos tan de amistad. Claro que me preocupa ver un gobierno errático sin una meta visible improvisando a todas horas, me preocupa no ver un futuro nítido y alguien que diga: esta crisis pasará pronto y retomaremos nuestra existencia y volveremos a ser felices, no hay nadie que te lo diga, muy al contrario, todos los mensajes están como para coaccionar y asustar hasta llevarnos al punto de gritar; ¡Socorro moriremos todos! cuando todos sabemos que no es así, pero preocupa, nosotros los mallorquines que somos tan de ‘’passar pena’’ preocupa precisamente este día que decidiste ir a la playa y estabas feliz descansando al sol, se te presente un helicóptero al más puro estilo “apocalipsys now” con los altavoces a toda caña y tormentas de arena por culpa del giro de las aspas solo para informarte que a las 9 hay que dejar la playa, sí esto preocupa y preocupa al nivel de: ¡Qué está pasando aquí!
¿Ha tenido, tiene o mantiene a sus ídolos?
Nacido a mitad del siglo pasado lo cual suena muy bien, ¡ohhh! a mitad del siglo pasado… ¡MY GOD¡ Con esto quiero decir que ya soy mayor, por tanto actualmente ídolos ninguno, aunque es verdad que no siempre fui mayor ¿quién no ha adorado a alguien en su juventud? Aquellos conciertos en el Teatro Principal y en la Plaza de toros con músicos jóvenes que se olvidaban de la música folklórica que estaba en boga, para interpretar las canciones “beat” que tímidamente y con cuentagotas empezaban a aterrizar en nuestro entorno, claro que estos músicos eran mis ídolos. En cuanto a galerías como la Pelaires, Latina y alguna que otra más, la pintura salía de los cánones establecidos, no eran paisajitos, era pintura rompedora, difícil de entender, pero esos artistas para éste pobre neófito eran dioses, cuando de tanto en cuanto el orden establecido cerraba alguna exposición o por política o por pornográfica (algún que otro desnudo o critica al régimen). Estos artistas para mí eran iconos, el momento en el que vivo, en este hoy no los tengo, tal vez porque está todo repetido, monótono, visto o directamente, mediocre.
Reconozco que su última respuesta me condiciona, me hace recapacitar sobre la siguiente pregunta. Así que marcharé unos años atrás para atar cabos ¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia fue muy feliz a pesar de no darme cuenta en su momento. Hijo mayor muy querido, protegido y mimado, con un mundo fuera de la casa sin peligro, con una plaza enfrente de la vivienda aún sin asfaltar con gruesos “piedrotes” que tanto servían para una buena rodillera como para emprenderla a pedradas con los chicos de calles adyacentes, allí había un cañón de agua de la cual rudos carreteros cargaban sus depósitos para llenar los aljibes de las casas, Solían despertarme las discusiones y las maldiciones de los carreteros pisándose el orden para cargar, el ruido de las caballerizas y algún que otro camión, además de los aviones que al ir a aterrizar a son Bonet pasaban por encima de mi casa. Y ahora visto desde mi perspectiva, a pesar de las rodilleras y de las pedradas, yo fui un niño feliz.
Transcribimos lo que vemos, lo que sentimos, necesitamos expresar aquello que en nuestro interior nos rasca el pellejo con una uña afilada. A todo aquel que la sensibilidad le despierta a altas horas de la madrugada y le toca con su varita de soñar, no le queda otra que ponerse manos a la obra. El artista recibe señales…
¿Recuerda cuándo comenzó a pintar?
Creo sinceramente que toda persona nace con un carácter que con el paso del tiempo se va afianzando, lo mismo que todo el mundo nace pintor, hoy, gracias o por culpa de las tecnologías un niño ya no está agarrado a un lápiz, aunque yo recuerdo que antes de la generación “TABLET” a un niño que se le diera un papel y un lápiz lo tenias entretenido todo el día dibujando su mundo interior y exterior, por tanto el niño nace con la profunda necesidad de dibujar su universo y esta es la premisa indispensable de cualquier artista que se sienta como tal, el problema para bien o para mal es que el entorno determina si vas a dejar de expresarte con dibujos o si por el contrario vas a seguir dibujando, yo soy de los que nunca dejaron el dialogo a base de dibujos, se habla de mí como dibujante, artista, pintor, cuando en realidad nunca dejé de ser un niño que se expresa con dibujos , yo no soy pintor, soy un contador de historias, me gustan las historias, me gusta narrar historias, mis telas son historias secretas, encriptadas para que nadie sepa cuál es su origen, con esto espero haber contestado a la pregunta desde cuando pintas, la respuesta es ... desde que tuve un lápiz y un papel.
Al transcurrir de los días, el ser humano que se precie abre su mente y acumula juicio, se apropia de dogmas y de filosofías, aunque cada uno escogerá libremente o la práctica de la humildad o de la soberbia. Desde el argumento ontológico hasta el ateísmo, desde la trascendencia de la primera línea hasta el último silencio artístico.
La opinión sobre las cosas nunca es definitoria, siempre hay matices y puntos discrepantes y eso también ocurre con la pintura. Hay quien defiende que la experiencia empírica que supone pintar debe producir dolor o placer, otros que la pintura es solo una moda.
¿Quiero saber cuál es su opinión sobre las tendencias que marca la pintura contemporánea?
El artista no debe pretender educar al público, para que vean lo que nosotros consideramos calidad, sino hacer de la calidad lo que el público quiera ver, dijo Gauguin ¡qué difícil es la pintura!, caminaré con los pies juntos sobre las reglas y seré lapidado y sin embargo hoy y aún a sabiendas de lo efímeras que son las modas y tendencias en el arte hay gente capaz de opinar y pontificar. El arte debe ser siempre aprendizaje y ni tan siquiera estar convencido de tus propios postulados. El arte que solo refleja lo evidente es aburrido y acabas por no darle valor alguno. Vivimos un momento en que la historia que nos relata la pintura no importa a nadie por insulsa, por tener este ligero sabor a Dejà vu, ¡hay que sentir la pintura! Debe emocionarte absolutamente o hacer trabajar tu mente, aunque no todo el mundo se emociona con las mismas cosas y aquella pintura que a mí no me habla, no quiere decir que no tenga un dialogo y entendimiento con otra persona. Esta manida frase ”yo no entiendo nada de arte pero sé lo que me gusta y lo que no” todos la hemos oído alguna vez en uno u otro “vernissage”, implica que el que la dice sí sabe mucho de arte y evita un comentario grosero o efectivamente, no sabe que es arte e intenta quedar bien. Hay que aprender a mirar el arte con el alma, la emoción delante de una obra debe elevarnos por encima de lo material, si pensamos que los cuadros eclesiásticos estaban pensados para contar historias a unos analfabetos y las entendían, acaso hemos de pensar que hoy hemos perdido la capacidad de leer un cuadro o peor…¿ los cuadros ya no tienen nada que contar? ¿Quién no ha pasado por Arco pensando …no sé nada? o …¿me están tomando el pelo?. Tener una ocurrencia o plasmar unas manchas afortunadas o disponer de un marketing poderoso, no debería considerarse arte. El arte debe ser algo más, aquello que te hace ver la miseria material de tu existencia antes de conocerlo y te desvela un nuevo yo que nace con la comprensión de éste, el entender una pintura te eleva...es esa sensación extraña e inexplicable que te queda sembrada en el corazón que has salido de este mundo y por un momento has estado en nivel: “Ángel”.
En fin, la verdad es que yo no tengo ni idea de lo que es arte... Pero me gusta contar historias.
A algunos les cuesta reconocer que son neófitos en determinados temas por lo que me guardo su última ironía, esa dé; no tengo ni idea. A algunos les agrada creerse sus propias invenciones y soltar todo tipo de improperios sobre la pintura de otros. Te intentan convencer con peroratas adoctrinadas y en alguna ocasión pretenden deformar el perfil de un artista del que desconocen su obra.
¿Por qué a veces tengo la impresión de qué entre el colectivo de artistas existe la envidia?
Bueno, yo creo que la envidia está implantada en muchos colectivos, quizá en todos. Pero sí que es cierto que en el nuestro se acentúa y yo también me pregunto cuáles deben ser los motivos. Porque le aseguro que no siempre es así, solemos vernos y charlar, opinar, ayudarnos, apoyarnos también cuando uno u otro, hace una exposición. No obstante me reitero en que somos un colectivo complejo y en ocasiones en lugar de una crítica sana y constructiva, se recurre a comentarios improcedentes.
A este ser de estirpe irrepetible, le gusta la mecánica y se entretiene en el manejo de aparatos y metiendo mano en los motores de automóviles. Para ello posee conocimientos que ha ido adquiriendo con el fin de satisfacer esta afición. Le apetece hablar sobre la diversidad de lenguas y despliega su arsenal idiomático para convencernos. Es un magnífico orador, oyente y por tanto tertuliano persuasivo en sus proposiciones. Es de los individuos que abren las puertas de su casa a los amigos para debatir en una charla y compartir una merienda, comida o cena, dure lo que dure.
Es por tanto Miquel Martorell Bonet un hombre sensible con su entorno, romántico en su expresión pictórica aunque ácido al mismo tiempo. Llama a las cosas por su nombre y le duele la decadencia y el mal gusto. En sus obras se entremezclan rostros y perspectivas arquitectónicas.
¿Qué tipo de influjo tiene la arquitectura sobre usted?
Yo añoro el arte modernista, la idea principal era que todo tenía que tener un canon de belleza y la arquitectura también como disciplina transformadora de la vida social siempre me ha importado.
Los antiguos edificios que se conservaban se derriban en pos de una rápida rentabilidad a veces con nocturnidad y alevosía ante la inanición y pasotismo del gobierno de turno, y sin embargo, son los edificios antiguos los que configuran un entorno agradable en el que se mueve la vida social, un edificio construido bajo cánones de belleza te dará una sensación que nunca encontrarías en el edificio construido con premisas de rentabilidad
No tengo ni idea de arquitectura pero sé lo que me gusta y lo que no me gusta. ¡Amén!
He llegado al fin de este viaje. Mi tren ha parado en una estación que no estaba marcada en el itinerario, pero tengo la impresión de que me va a satisfacer la visita a este lugar inesperado:
De repente un cohete asciende y se abre mostrando una paleta de colores en el cielo. Vamos a ser testimonio de una creación.
El ambiente está impregnado de esas sensaciones que se dirigen a la retina del ojo y producen múltiples radiaciones que encuentran sus frecuencias rondando el espectro visible.
Aquí se juntan sustancias que han sido antes seleccionadas, pigmentos y resinas que huelen al origen de su naturaleza desnuda, ideologías que mantienen la fuerza de la palabra, tonalidades que adquieren la conformidad y la graduación de la plástica, coloraciones de pensamientos que transforman su energía espiritual en energía física, como inventar otro tipo de fotosíntesis.
El artista da por acabada su obra y puedo leer perfectamente la firma: Miquel Martorell.