Cada vez es más evidente que el Govern busca una nueva Ley de Comercio que contente a todos los afectados. Amplia hasta 16 los festivos en que los negocios podrán abrir sus puertas. Así las grandes superficies conseguirán mayor expectativa de rentabilidad y los pequeños no se verán arrollados por una permisividad mucho más desmesurada para las empresas más potentes. Estamos muy lejos de la libertad absoluta, necesaria para muchos.
La decisión del Ayuntamiento de Marratxí de renunciar a su petición de ser declarado Zona de Gran Afluencia Turística se inscribe en este contexto. Desde el Consolat buscan el acuerdo entre todos, un consenso muy difícil de alcanzar dada la colisión de intereses pero que es el único camino posible para revitalizar el sector y afrontar con garantías la salida de la crisis. Privilegiar a un determinado término, sobre todo si se trata del originario del presidente del Govern, es contraproducente y políticamente insostenible.
El pacto final no será sencillo. Cuantos más festivos abran las grandes superficies, más obligados estarán los pequeños comercios a competir con inferiores medios y condiciones. Además, se ven beneficiados con la Tarjeta Azul que impulsa el PP.
Pero una política comercial de mayor libertad de horarios es el signo de los nuevos tiempos. Ahora lo más importante es que este equilibrio se pueda conseguir y que cuando llegue la hora de la aprobación de la nueva norma haya muchos más puntos de acuerdo que de discrepancia.
Para ser buena y perdurable, una Ley, sea la que sea, ha de mantener un punto de insatisfacción para cada uno de los afectados. Que nadie esté contento del todo es la mejor prueba de que la nueva norma puede funcionar. Así es la política y esta nueva ley es política de la primera a la última de sus sílabas, pesada y medida gramo a gramo de su enorme peso social.
Esta vez también será así después de numerosas negociaciones conducidas por la Conselleria de Economia que comanda Joaquín García. Este departamento ha sabido trabajar con tacto y eficacia.
Ahora lo que cabe esperar es que se incremente el consumo y la inverión, se creen más empleos, renazca el optimismo social y este nuevo texto jurídico sea un instrumento eficiente y sólido, respetado y con visión de futuro.