Mas está abocado a convocar elecciones
lunes 10 de noviembre de 2014, 18:43h
Tras la consulta oficiosa del domingo, que ha obtenido una resonancia internacional enorme, y tras la displicencia demostrada por el Gobierno Rajoy, que no tiene ni la más mínima intención de aceptar un referéndum legal para que los catalanes puedan decidir su futuro, Artur Mas está abocado y empujado a convocar elecciones de carácter plebiscitario lo antes posible para mantener viva la antorcha soberanista.
Los indicios apuntan a que los comicios se celebrarán el próximo 25 de enero. Todo está estudiado y milimetrado desde hace muchos meses por la Generalitat. El 26 de enero, lunes, es el 76 aniversario de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona, fecha que pesa como un trauma en la conciencia colectiva de un segmento del catalanismo. En estas elecciones, Mas encabezaría una candidatura conjunta de todos los partidos soberanistas con el objetivo de conseguir la mayoría absoluta e iniciar el proceso para proclamar la independencia unilateral de Catalunya, probablemente a las puertas de las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
Es un panorama que produce escalofríos, un vértigo como no se sentía desde hace décadas. Es necesario implorar para que impere la cordura por ambas partes. Catalunya es el 16% de la población española y su Producto Interior Bruto supera el 23% de toda la riqueza de España. La industria alimentaria catalana es fundamental para el conjunto del Estado. Su separación sería una catástrofe, superior a si Alemania perdiese Baviera o Italia dejase marcharse a la Lombardía o el Piamonte, Por su parte, los independentistas catalanes, con el apoyo de buena parte de las clases medias y profesionales universitarios. están jugando fortísimo. parecen ya cegados en pos de su objetivo final; irse de España.
Es desde esta evidencia que Mariano Rajoy debe bajar a la arena, echar mano de todo su realismo, reunirse con Mas y llegar a un acuerdo sobre una financiación autonómica que se reporte a Catalunya alrededor de 6.000 millones suplementarios, con los que pueda afrontar holgadamente el déficit de la Generalitat, que es en la actualidad de 4.500 millones anuales. Para el presidente de España es la hora de la grandeza y de la generosidad.
En este pulso terrible, en el que ya está implicada buena parte de la población catalana, hacen falta mucha cordura y mucho tacto. Desde una óptica periférica y balear, la altivez de Rajoy añade más leña al fuego, Despreciar la consulta oficiosa del domingo enerva y empuja hacia la confrontación. Creer que todo se resolverá con la intervención de fiscales y jueces en vez de asumir una negociación política es echar gasolina a la hoguera.
Aún queda tiempo para la sensatez. Rajoy debe reunirse con Mas y entablar negociaciones. Es la única salida lógica. Eso es lo que desearían las principales capitales europeas, comenzando por Bruselas. En un error enrocarse en el legalismo y en la Constitución de 1978 y desligarse de toda apuesta por el dialogo. Mas también se ve empujado por sus bases, pero todavía mantiene el control del tablero donde se está jugando el futuro de todos.
Todo estadista se distingue por su visión de la totalidad del problema y por no encastillarse en posicionamientos cerrados y partidistas. Este es su deber histórico en estos momentos. Si Rajoy está a la altura y con el apoyo de su partido, aún no es tarde. Por el bien de una España plural y tolerante, es imprescindible que llegue el pacto con los catalanes. Si Rajoy lo lograse, sería el gran vencedor del pulso y aseguraría la unidad de España por espacio de generaciones. Desde una perspectiva democrática, a veces ceder es convencer y, sobre todo, permite ganar el futuro.