Manque pierda

En el fondo, pero también en la forma, el Betis me da una tremenda envidia. No porque haya recuperado a Serra Ferrer o alguna otra facción prefiera el regreso de Alfonso Pérez, sino porque ambos son iconos del beticismo, son queridos en el club y en la ciudad y quien los incluye en sus candidaturas aspira a hacerse con las riendas del club. Expresado en otros términos, hay sevillanos, ya sean de Heliópolis, Triana, los Remedios o la Macarena, que pelean en el mejor sentido de la palabra para gestionar el club al que aman, la afición se unirá al ganador y ningún medio de comunicación tirará piedras sobre el tejado de uno o de otro.
Por el contrario, aquí en el Mallorca la única lucha posible es la de aquellos que se esconden para no pisar Son Moix. Primero fue una especie de fontanero inglés, después un auto titulado profesor alemán y ahora un norteamericano que, en materia futbolística, no sabe dónde tiene la mano izquierda. En todas las áreas del club no hay un solo ápice de mallorquinismo. ¿Iván Campo?. Vamos, no hagamos reír; un ex futbolista que jugó aquí un año en calidad de cedido y nunca más se supo. El último mallorquinista de verdad que aún pulula por las oficinas es Antonio Oviedo Saldaña, recluido en un despacho y condenado a leer la prensa deportiva y ver algún vídeo. ¿Dónde están los Contestí, al que no reconocen en el palco, Alemany, Nando Pons, Pep Bonet, etc?. Pues ya lo ven, uno en Valencia, otro en China y el tercero en su casa. Y siendo malo que nadie se acuerde de ellos, incluso parece peor que ninguno se reconozca en este club más que centenario abandonado a su suerte y alejado de su propia realidad. Lamentablemente ni los jugadores que han pasado por aquí muestran ganas de volver.
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