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Malas horas para UGT

lunes 02 de diciembre de 2013, 09:30h

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UGT de Baleares ha recibido un duro golpe al ordenar la Audiencia de Palma el archivo de la denuncia presentada por su exsecretario general Lorenzo Bravo, el cual consideraba que existió malversación de fondos públicos en la querella que presentó José Ramón Bauzá contra él. Todo empezó cuando Bravo llamó "facha" a Bauzá y éste le llevó a los tribunales. Finalmente, todo el contencioso ha acabado en nada por decisión judicial. No obstante, Lorenzo Bravo tendría que tener muy presente que es cuanto menos contraproducente (por no decir impresentable) que el líder de un sindicato insulte a un presidente autonómico por mucho que haga uso de su libertad de expresión. En democracia hay muchas maneras de expresarse libremente sin tener que acudir a las palabras ofensivas. Pero las actuales malas horas de UGT van mucho más allá de los rifirrafes mallorquines, que en el fondo tienen más de anécdota que de categoría en lo que estrictamente respecta al choque Bravo-Bauzá. Muchísimo más trascendente e importante es lo que está pasando en Andalucía, con la sonada dimisión del secretario general de este sindicato, Francisco Fernández, en medio de un escándalo de grandes proporciones que no hace otra cosa que crecer. Se han detectado desde facturas hinchadas, supuestos mangoneos en los fondos de formación y hasta reparto de bolsos falsos fabricados en China, pasando por irregularidades y actos de picaresca del todo incompatibles con el que debe ser una organización sindical dedicada en cuerpo y alma a la defensa de los trabajadores. El caso andaluz demuestra que los cacaos ligados a la corrupción no son en absoluto propios de los partidos políticos sino que esparcen por diferentes ámbitos de la sociedad, incluidos los sindicatos. De hecho, quien maneja dinero público está expuesto al escándalo, sobre todo en los tiempos actuales, en que los recursos escasean. Habrá que ver como supera esta organización centenaria los duros golpes que está encajando en la actualidad. Pero lo seguro es que UGT necesita una renovación a fondo, comenzando por su máximo líder, Cándido Méndez. Da la impresión de que queda mucha escandalera por salir a la superficie. Y no sólo en Andalucía. Cabe recordar que incluso en Baleares el Consolat le exige a este sindicato que justifique más de un millón de euros que ya se ha gastado.