No salimos del asombro, del dolor, de la tristeza, de la decepción que provoca la raza humana cuando conocemos casos de ¿personas? capaces de asesinar a los,- en teoría -, seres más queridos. Mañana se celebra el día contra la violencia en las mujeres y las cifras continúan alarmando. Conocemos el problema, muchas veces, cuando ya no tiene solución. ¿Hasta dónde ha llegado el via crucis de una mujer que sale a la luz cuando ya está muerta?” La maté porque era mía” es una frase tan interiorizada en nuestras vidas que no hay manera de erradicarla del todo. Los expertos aseguran que la educación es el antídoto a este mal endémico pero aún así, persisten otras realidades. Las estadísticas apuntan a que una de cada cuatro adolescentes con noviete se ha sentido acosada por él y ha tenido sensación de peligro en algún momento.
Sin duda, el dolor más doloroso para un padre o para una madre debe ser perder a un hijo. Contra esa realidad no hay recuperación ni futuro. Sólo pasado de recuerdos, de sabores, de sonidos, de besos, de habitaciones llenas, de fotografías repletas de amor instantáneo. Por eso nos duele tanto cuando conocemos hechos tan terribles como que una madre y un padre han matado a su propio hijo. Sea o no biológico. Para mí no hay diferencia. Dice mi psiquiatra favorito, el doctor Lázaro, que se ha roto el cordón umbilical cuando eso pasa. Se ha roto la empatía. No identifican ya a ese crío como suyo, como los animales que ya no identifican el olor de sus cachorros. Pero bueno, no me vale como atenuante, porque yo no empatizo con mucha gente y no por ello me la cargo. En política, se dice a menudo que el enemigo siempre está en casa, pero se ve que en la vida doméstica también puede suceder. La madre de Asunta, la niña gallega muerta, llevaba meses ensayando, con el padre, en un ritual perverso, colocándola a orfidales noche tras noche. Los dedos de la madre han quedado marcados para siempre en la carita de la nena, que ya no volverá a abrir los ojos. ¿Qué está pasando? ¿Me compro una niña china, que soy una abogada guay, pero pasan los años y ya no la quiero? ¿Me molesta tenerla en casa y por eso la mato? ¿Crece y me cuestiona y la quito de en medio? ¿Qué es esto, un supermercado de la vida? Todavía me remueve el caso del niño de Menorca que apareció ya esqueleto en un torrente, dentro de una maleta con su estuche de ir al cole, unos cromos y un billete de algún viaje. A la madre la molestaba porque tenía nueva pareja. Me duele su muerte, pero sobre todo me duele que nadie lo echó de menos. El pobrecito dormía el sueño de los justos y nadie había denunciado su desaparición. Hasta que casualmentedos hombres que cortaban leña encontraron el ataud viajero. Su madre dijo que era un sobrino y se había vuelto a Galicia, su tierra natal, y coló.
Tendemos a pensar que las madres que actúan así no están bien de la cabeza. Pero sí. Están perfectamente. Sólo que les puede el capricho y el egoismo, y lo llevan hasta las últimas consecuencias. Pero bueno, a pesar de estas realidades, hoy estoy contenta. He asistido este fin de semana a dos galas solidarias y he comprobado que más allá de lo recaudado, que ha sido mucho, el que da sigue siendo el que más gana. Un beso.