El trayecto de la línea 10 conectaba desde hacía ocho años el barrio entero con el Hospital Son Espases, ofreciendo distintas paradas en la zona alta distribuídas en las calles Noruega y Son Toells. Sin embargo, desde el pasado verano todas ellas han sido retiradas y los residentes deben bajar a la calle Joan Miró si quieren moverse en autobús público.
¿La alternativa? Desde el Consistorio han establecido un "transporte a demanda", es decir, un servicio de taxis de pago con vales -previamente recogidos en oficinas municipales- pero sólo para aquellos usuarios que sean pensionistas con el Carnet Verd de Targeta Ciutadana que vayan a Son Espases o al Centro de Salud y que reserven el servicio con dos horas de antelación. Para todos los demás, o para hacer gestiones como ir al supermercado o la farmacia, nada. "Ésto no es solución, es un parche y muy parcial", lamenta Luis Bovino, uno de los vecinos perjudicados por la modificación. "Aquí vive gente mayor, niños y jóvenes sin coche que necesitan coger sí o sí este medio de transporte", afirma Bovino.
Desde la EMT se les explicó que la supresión de paradas se debía a "motivos de seguridad" ya que las características de las calles -fuertes pendientes, curvas cerradas y multitud de coches mal aparcados- complicaba la correcta circulación de los autobuses. "Nosotros lo entendemos pero queremos alternativas reales: por ejemplo, colocar bolardos para evitar el estacionamiento en zonas no permitidas y el control policial".
Pero no fue así. No se les escuchó entonces ni ahora, ya que han hecho llegar sus quejas al Consistorio y directamente al alcalde, Antoni Noguera, por diferentes vías. Sencillamente "se ha dado carpetazo; nos sentimos estafados y desprotegidos por parte de todos los políticos", afirman. No entienden que un ayuntamiento que hace gala del servicio público, especialmente en movilidad, pueda dejar a residentes necesitados "sin nada".
En su última denuncia, registrada ante el Defensora de la Ciutadanía, deducen que la supresión del servicio puede estar debida a la falta de autobuses o a los problemas que haya puesto la aseguradora por la supuesta alta siniestralidad de la zona. "Pero en cualquier caso, la solución no pasa por cortar por lo sano. En política no puede servir eso de muerto el perro se acabó la rabia", sentencian.