La aprobación de la Ley de Símbolos ha traído nuevos enfrentamientos en el Parlament. Las posturas han vuelto a radicalizarse cuando lo que reclama la actual coyuntura social y económica son posturas moderadas y centradas. El pleno del jueves ha sido una clara muestra de como un Parlament se puede meter en el callejón sin salida de la incomprensión. Y sin hacer ninguna falta. ¿Qué necesidad había de armar un conflicto docente, social y político donde había paz, consenso y concordia? La izquierda ha aprovechado el desaguisado para convertir el pleno en una bandera por la libertad de expresión, tan teatral como efectiva. El PP se ha dejado meter un gol en el terreno de las libertades que hubiera sido fácilmente soslayable. Y todo por una cuestión tan menor como la colgadura de lazos cuatribarrados en los centros docentes, como si eso fuese una cuestión importante en una sociedad en crisis. A su vez, se ha regalado un gran protagonismo a Antoni Pastor que ha conseguido un gran protagonismo es este pleno, un obsequio navideño que el PP se habría podido ahorrar. Con esta Ley nadie gana y todos pierden. Pero sobre todo no suma para el PP, que es quien la ha promovido. ¿Y con qué resultado? Tensión es escuelas e institutos y armas de crítica obsequiadas a la oposición. Y total para que maestros y profesores no puedan colgar el lazo cuatribarrado de Jaume I, padre fundador de la sociedad balear. ¿Como es posible que se arme tanto ruido para este viaje a ninguna parte?
