Lentitud exasperante
lunes 31 de agosto de 2015, 19:01h
La presidencia luxemburguesa de la UE ha convocado para de aquí a quince días, el 14 de septiembre, una reunión extraordinaria de los ministros de justicia e interior de los países miembros, para tratar la emergencia humanitaria que está provocando la llegada masiva de refugiados que buscan asilo en los países de la unión.
Resulta sorprendente, y enervante, que una reunión que ya se convoca con meses de retraso, se dilate aun dos semanas más. Mientras tanto, siguen muriendo personas ahogadas en el mar, o asfixiadas, hacinadas ya sea en las sentinas de embarcaciones precarias, o en los cubículos de camiones o camionetas tronados, por los gases de los motores y por el propio amontonamiento.
Esta lentitud exasperante en poner en marcha la maquinaria de decisión política, contrasta con la rapidez con la que algunos países han tomado la decisión de reforzar las medidas de control y seguridad en las líneas de tren internacionales, especialmente en las de alta velocidad, en las que se implantarán la obligatoriedad de que los billetes sean nominales y la comprobación de la identidad del viajero, así como la inspección de equipajes antes del acceso a los andenes. Además, los trenes llevarán patrullas policiales internacionales.
Todas estas decisiones serán estudiadas y ratificadas por el Comité de Seguridad en el Transporte y luego por el Consejo, pero ya están dispuestas y se implementarán a la mayor brevedad posible, una vez solucionadas las cuestiones logísticas implicadas. No es criticable en absoluto, al contrario, esta diligencia en la toma de medidas para mejorar la seguridad de los ciudadanos en el transporte ferroviario es acertada y necesaria, quizás se podría criticar que no se hayan considerado hasta el fallido intento de atentado en el tren Thalys de Ámsterdam a París, pero contrasta insoportablemente con la parsimonia con la que se aborda el drama humanitario de los refugiados.
En los últimos días solo han dado señales positivas Alemania, cuyo gobierno ha comunicado que acepta estudiar la solicitud de asilo de los refugiados que han llegado hasta su territorio, a pesar de que los protocolos de la UE prevén que la petición debe realizarse en el país de la unión al que se accede de entrada, y Austria, que ha reforzado las medidas de persecución de las mafias del tráfico de personas y una de cuyos ministros ha manifestado sin ambages la necesidad de establecer de inmediato mecanismos de arribada legal, que faciliten el proceso de acogida y desactiven la actividad de dichas mafias, hoy por hoy, los grandes beneficiarios de la situación.
También desde la Comisión se ha recordado la ineludible necesidad de un reparto proporcional y equilibrado de los refugiados entre todos los países de la UE, en clara advertencia a los que se niegan a asumir su cuota de solidaridad, como el Reino Unido, Hungría y, para nuestra vergüenza y baldón, España.
Europa debe salir de su ensimismamiento, sacudirse el sopor y recordar sus valores, los que han hecho que sea el destino escogido por todas estas personas que, huyendo del horror desatado en sus países, creen que es el lugar adecuado para rehacer sus vidas y que sus hijos tengan el futuro que se les niega en su patria. Pero si sigue prisionera de sus dudas, rehén de sus ultranacionalistas xenófobos, perdida en el laberinto de sus populismos, cautiva de sus miedos decadentes y olvida sus principios de democracia, libertad, solidaridad, justicia y paz, entonces la vergüenza infinita nos ahogará, como el mar a los que intentan llegar, y su declive y su caída serán irremediables.
P.S. Un recuerdo emocionado y un sincero homenaje a Climent Garau i Arbona, gran profesional, defensor incansable de la lengua y la cultura de Mallorca, maestro, gran patriota y, sobre todo, extraordinaria persona.