Las verdades sobre la visita china

Es una pena tener que insistir en el mismo asunto –el lapso entre lo que el Gobierno central vende y lo que la realidad revela-, pero la visita del viceprimer ministro chino no ha supuesto más que un filón mediático para seguir engañando descaradamente a toda la ciudadanía sobre los frutos del viaje. De los acuerdos por 5.600 millones de euros que según casi todos los medios han salido del paso de Li Keqiang por España, sólo menos de 200 millones han sido nuevos, es decir, una miseria, pues 5.400 millones ya se acordaron hace varias semanas cuando Repsol vendió a Sinopec parte de sus activos en Brasil. Tampoco los compromisos chinos de comprar 6.000 millones de euros de deuda española representan una cantidad significativa, habida cuenta de que hace dos semanas prometió adquirir una cantidad similar a Portugal, cuya economía es una quinta parte de la española. Sólo entre enero y abril, el sector público y bancario deberá cubrir 75.000 millones en vencimientos a medio y largo plazo, lo que sumado al endeudamiento a corto plazo y si se incluye el sector privado no financiero, el requerimiento al mercado para captar liquidez ascenderá a 300.000 millones. “Bienvenido Mr. Li” o “El cuarto Rey Mago”, como se han referido los medios a la visita del delfín de Hu Jintao, no ha sido, por tanto, más que un puro espejismo, una cortina de humo, y una nueva muestra de “supeditar el interés general al cálculo electoral”, como brillantemente definió la diplomacia estadounidense a Zapatero. “Supeditar el interés general al cálculo electoral” porque el Gobierno central ha antepuesto abiertamente la propaganda a la dignidad y a los resultados, pues ni una leve mención se ha hecho de la política china de derechos humanos, donde la pena de muerte está tan viva como el encarcelamiento indiscriminado por ideología. El verdadero beneficiario de esta visita ha sido China, que, a cambio de cuatro fotos y una cantidad irrisoria para ellos, se ha asegurado una voz silente en España cuando la comunidad internacional alce la voz en condena por las violaciones de los derechos más básicos de las personas en el país oriental. Paralelamente a que la prioridad de Moncloa sigue siendo “comunicar bien” –aún a costa de generar más desconfianza inversora gracias a inflar acuerdos-, los comercios chinos se expanden por España y en Mallorca, gracias a unas reglas aparte, que les permiten decir: “no podemos venderte alcohol a partir de las 12, pero whisky sí”.

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