Las subvenciones al catalán y las manos muertas

La promoción subvencionada del catalán ha superado, hace tiempo, la barrera de la segunda generación. Por lo que, desde el punto de vista estrictamente económico, puede resultar interesante reconvertir esas partidas en otras más productivas, tal como pueden ser las dedicarlas al I+D+i.

Desconozco la cuantía a la que asciende el total las subvenciones para la promoción del catalán, sobre todo incluyendo aquellas que se otorgan de manera indirecta como puede ser el mantenimiento de radios o televisiones públicas o no, o de determinadas programaciones y publicaciones de baja audiencia, las dedicadas a la adecuación de los documentos oficiales, los animadores de calle, organizadores de eventos minoritarios, etc.

Aunque, podemos presumir que debe ser una cifra significativa que, seguramente, ha crecido de año en año (salvo pocas excepciones) desde que desde los inicios de la transición.

Sea cual sea la cifra, se puede afirmar, que tras más de cuatro décadas de incluir estas partidas en los presupuestos públicos, se ha creado toda una industria cuya oferta, sin embargo, no se dirige a satisfacer las necesidades del público general, como ocurre con cualquier otra actividad económica, sino únicamente que se orienta a las preferencias de los políticos que buscan mantener sus bases electorales, lo que permite deducir que esas partidas tienen escasos efectos multiplicadores sobre la creación de riqueza. Dicho de otra manera, como en la actualidad ya trabaja en este ramo de actividad la segunda generación su contribución al bienestar colectivo es dudosa. Constituyendo una especie de “manos muertas” de las que se hablaba en tiempos de la desamortización de Mendizábal, o, tal como se dice hoy en día, empresas zombis.

Ciertamente, el catalán se lleva promocionando, con recursos de todos, desde hace tanto tiempo que resulta lógico pensar que es más que probable que ya hayan alcanzado sus máximos niveles de expansión. Sobre todo, si tenemos en consideración que además de las subvenciones también se han implementado todo tipo de restricciones, obligaciones y prohibiciones para acrecentar su uso.

Por todo ello, y en aras a mejorar el potencial económico del conjunto de la sociedad, entre otras muchas medidas, podría ser interesante comenzar a re-direccionar las partidas asignadas a la promoción de la lengua hacia el fomento a otras actividades que comporten una mayor capacidad de efectos multiplicadores tal como podría ser, por ejemplo, el I+D+i.

Un proceso de reconversión que tendría que avanzar al ritmo necesario, y con los puentes precisos, para respetar los derechos adquiridos de todos aquellos que trabajan en el sector catalán subvencionado.

Es decir, esta acción trata de un proceso de reforma estructural que, sin embargo, seguramente contaría con la aceptación mayoritaria del público e, incluso, de muchos electores. Pues, al ofrecer al ofrecer como alternativa del I+D+i, en realidad, se está poniendo en marcha un proceso de reconversión altamente beneficioso para el bien común colectivo. Sin ir más lejos, hoy por hoy, se podría acelerar el desarrollo de la vacuna nacional contra el Covid-19 superando la caótica gestión realizada, hasta ahora, en este tema.

Las subvenciones al catalán, como muchas otras, pudieron tener un sentido inicial que con el tiempo se ha ido perdiendo. Es verdad que su replanteamiento no tiene el calado de otras reformas como pueda ser la laboral, la tributaria, la educativa o la del sistema de
pensiones, sin embargo, éstas también son necesarias para conseguir una economía más próspera que, sobre todo, permita mayores dosis de productividad y competitividad, lo cual
resulta imprescindible para mejorar el nivel salarial del conjunto de los trabajadores.

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