Las rotondas y el hijo de ...

Estoy plenamente convencido de que hay votantes declarados del Partido Popular en contra de las rotondas a doble nivel, del mismo modo que sé que hay asociados al GOB que no entienden por qué se hace tanto ruido con un proyecto que no consideran tan aberrante, que incluso hasta lo ven bien. Lo cierto es que en este país todo está tan patéticamente politizado que parece inaudito que la normalidad democrática se convierta en algo atípico. Opinen libremente, sea cual sea su postura política, no pasa nada.

Aquellos que lícitamente se posicionan en contra de este modelo de carretera, abordan los cambios de sentido y giros a la izquierda con argumentos tremendamente respetables que pueden o no convencer. Los carriles centrales para los giros a la izquierda y las medias raquetas para los cambios de sentido son recursos que, a mi modo de ver, no aportan la seguridad que requiere la principal vía de comunicación de Menorca, sobre todo cuando ésta se congestiona en los meses de verano. En todos ellos, la invasión del carril contrario es irremediable y por tanto un peligro que no se erradica, sino que se potencia al salpicar el trazado con más elementos de esta índole.

El uso de territorio, que no consumo (este término indica el fin de bien utilizado y el suelo sigue estando ahí), es otro argumento político de dudoso peso cuando lo que está en juego es la seguridad de las personas. Cuando su madre pierda la vida en un accidente de tráfico saliendo del peligrosísimo cruce de La Argentina, cuando su hijo se quede en silla de ruedas por un choque frontal con un vehículo que no respetó el stop de un carril central,  cuando no vuelva a ver nunca más a su pareja porque alguien no quiso esperar el tiempo suficiente en un giro indirecto para cruzar o cambiar de sentido, dígame  si sigue pensando que el uso del territorio no protegido sigue siendo tan importante o si estar a favor de las rotondas es aberrante porque es ser de derechas, un argumento tan peregrino como aquellos que me tildaban de izquierdas cuando me declaré ateo confeso hace unas semanas. ¿Qué prefieren?

Pero se ha de hacer lo que es necesario, no más. Tengo mis serias dudas con la rotonda de Biniai. Todavía no le veo la utilidad, pero a mejor la tiene, no sé. Alguien me la tiene que explicar y convencerme. Un aeropuerto consume territorio, pero hay que construirlo si es necesario. El brazo exterior de un puerto agrede el paisaje, pero debemos levantarlo si es oportuno, siempre que su ubicación sea la adecuada. Perforar una montaña duele, pero se ha de hacer si la carretera que pasa por el túnel salva vidas.

Admiro la obra de Joan Manel Serrat o la ácida crítica de Andreu Buenafuente, y respeto su opinión sobre la carretera y su adhesión a una campaña limpia y bien ejecutada en contra de las rotondas. Pero somos nosotros los que circularemos por la carretera todo el año y no sólo  el mes en el que visitan Menorca, ‘su jardín’. Esto es más serio.

Recuerden que todos usamos la carretera y que debemos exigir la máxima seguridad. Con la menor agresión posible, sí, pero anteponiendo la seguridad a cualquier otra consideración. Pero sobre todo no hemos de olvidar que todos aquellos que circulan por ella son hijos de ...,  padres de ... o parejas de …, al igual que aquellos que esperan a que sus hijos, padres o conyuges vuelvan.

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