La sociedad del low cost a la que -casi- todos estamos contribuyendo, acarrea como consecuencia más inmediata la conculcación de los derechos del consumidor. No en vano, una de las áreas del Govern de les Illes Balears que más trabajo tiene es la Direcció General de Consum.
Durante esta legislatura, estamos observando muy buen trabajo por parte Consum, sobre todo en sectores tan sensibles (por cotidianos) como las compañías de telefonía o las aeronáuticas. Gracias a la labor del equipo que dirige Francesc Dalmau, se está poniendo coto al abuso de posición sobre el consumidor que están realizando este tipo de empresa.
Ahora pues, me permito sugerir que es hora también de poner los ojos sobre otro tipo de abusos que ya estamos percibiendo a medida que las compras por internet empiezan a dominar el mercado: las empresas de mensajería. Sí, las empresa de mensajería, en general, también es para darles de comer aparte como se suele decir.
A todos, cuando realizamos una transacción electrónica a cambio de un producto, se nos indica el plazo de entrega, incluso se nos envía un localizador a través de una plataforma de seguimiento para que sepamos si el paquete está en almacén, en el aeropuerto o en carretera. El día que se nos indica que va a llegar estamos bien atentos y avisamos a todos los que se encuentran en el punto de destino para que abran la puerta enseguida que escuchen el timbre.
Pero no. Pasan los minutos, las horas y el día sin que el paquete llegue. A las 20:10h. recibimos un sms o email en el que se nos dice que no nos han podido entregar el pedido porque en el punto de destino no había nadie. Nos quedamos ojipláticos sabiendo que hasta las 20:05h. hemos estado esperando detrás de la puerta y con el teléfono en las manos por si el repartidor nos llamaba.
Al principio nos creemos la historia y pensamos que puede que el timbre haya estado estropeado o que no lo hayamos escuchado bien. Sin embargo, enseguida que interpelamos a cualquier conocido sobre esta cuestión nos dice que también le ha ocurrido lo mismo, con lo que ya vemos que esa es una práctica por desgracia más habitual de lo que debería: las mensajerías, a las que no les da tiempo de entregar el paquete en el día señalado se “inventan” que la culpa es del destinatario por no estar en el punto para evitar que les acusen de incumplimiento.
Y el perjudicado, como siempre, el consumidor. Una investigación y multita de tanto en tanto no estaría mal.