Han sido múltiples y variados los incidentes protagonizados por turistas durante el pasado fin de semana, lo que denota que la campaña estival ya está a pleno rendimiento, aunque aún no sea verano. Peleas, comportamientos incívicos, personas corriendo por la calle desnudas, macrobotellones… son ya actos cotidianos por parte de un determinado turismo que nadie parece querer, pero que aquí está, como cada año. Sin embargo, se diría que la autoridad ha desistido de su obligación de hacer cumplir la Ley y poner orden cuando la turba se desmadra. Hay ocasiones en que los gobernantes parecen más preocupados por unos aparatos de aire acondicionado que por evitar las borracheras en plena vía pública, sin ningún recato ni disimulo, que pareciera ser el único y esencial objetivo con el que algunos sujetos vienen a nuestra tierra. Algunos llegan al nivel de emborracharse en sus aeropuertos de origen, causando problemas en los vuelos que les traen hacia Balears.
No queda más remedio que dar un toque de atención a las autoridades competentes, cada cual en el ámbito de sus respectivas competencias, para que no se pase ni una y que se actúe con toda severidad. La falta de efectivos de Policía Local no puede acarrear imágenes y situaciones como las que estamos viendo en los últimos días. El consumo de alcohol no puede permitirse en la calle y debe ser reprimido convenientemente para evitar males mayores. Para ello hace falta concienciación entre todos los agentes sociales implicados, también empresarios y comerciantes, agentes de viajes, turoperadores, etc. Y siempre con el impulso principal de los ayuntamientos, que deben ser conscientes de los graves problemas que vendrán de no poner coto a las salvajadas y a los bárbaros que las cometen.