Fue el calzado habitual, por económico, durante mucho tiempo entre los menorquines. Hasta convertirse en otro souvenir turístico que convive con el uso habitual de buena parte de la población. Las avarcas de Menorca se han convertido, no hay duda, en un distintivo de la isla. Simbolizan nuestra forma de ser: artesanas, un tanto rudimentarias y slow, como ahora llamamos al ritmo propio insular.
La vuelta de tuerca la ha dado Prada, la conocida firma de moda, al sacar al mercado este mismo modelo de calzado con un toque de lujo. Mejor aún, con dos toques: el diseño y el precio. Mantiene la forma y estructura original de la abarca y le añade nuevos estilos, y dispara el precio hasta más de 800 euros. ¿Lo vale? El valor, ya lo sabemos, es lo que esté dispuesto a pagar el consumidor. Y al parecer, el consumidor de Prada está dispuesto a pagar estos precios.
En Menorca el asunto ha provocado revuelo (de hecho menorcadiario.es ha registrado su récord de visitas en buena medida gracias a esta noticia), pero de momento no ha pasado más allá del chascarrillo, alguna pequeña queja y las caras de incredulidad. La lectura sosegada, días después, de la noticia, nos permite alcanzar posibilidades no analizadas con el suficiente detenimiento hasta ahora: Menorca y sus productos tienen un potencial que ni los menorquines llegan a creer. ¿se había ofrecido alguna industria de la isla para realizar avarcas para terceros (sean o no firmas de lujo)? ¿Hay movimientos para que esta colección de Prada lleve el nombre de Menorca? ¿Se ha planteado acción alguna para aprovechar este tirón? Decía el escritor Josep Pla, al degustar el queso de Menorca, que si fuera francés no podríamos comerlo porque sería mucho más caro... Esperemos que no ocurra.